31 agosto 2009

Al centro Parte VI (Costa Rica)



Cahuita y Puerto Viejo


El transito en la frontera era fluido, por lo que no tardamos mas de una hora. Una fina llovizna caia, mientras realizabamos los tramites migratorios. Al retornar a la ruta, Aingeru cayo en una larga siesta y yo segui sus pasos.
Llegando a San Jose, el bajo en el aeropuerto para esperar a sus amigas que llegaban de España. Mientras tanto, me ocuparia de conseguir lugar en el hostel.
Descansando en un comodo sillon, evaluaba posibildades para continuar el viaje. Aingeru aun no tenia planes, pero existia la posibilidad de que continuara conmigo hacia el caribe costarricense.
Era de noche cuando, cansado, volvio al hostel con sus dos amigas. Hasta ese momento nadia sabia que viajariamos juntos viviendo veinte dias siguiendo caminos de aventura. Todo fue realizandose sobre la marcha, dandole mas sorpresa e incertidumbre.
Raquel y Txen, tambien de Pamplona, conocían a Aingeru de una ONG en la cual trabajan juntos, alla en España.
Mi plan era ir hacia el Parque Cahuita en el caribe y el de ellos igual, por lo que temprano salimos hacia la terminal. Al llegar sobre la hora no conseguimos asiento por lo que tendriamos que ir parados. Con mucho calor y cinco horas parado en el bus, habria que cargarse de paciencia.
Mientras mirabamos el paisaje y charlabamos un poco, el viaje se hacia ameno a pesar de la incomodidad. Sin embargo, a unos kilometros de la ciudad de Limon, el bus se paro. Habia una enorme cantidad de camiones frenados sin razon alguna. Desesperados por tomar aire bajamos a la ruta. El calor era insoportable, pero mientras estabamos en movimiento habia una refrescante brisa. Luego de un largo rato lentamente avanzamos unos metros.
La ciudad de Limon tiene el puerto mas importante del caribe costarricense por lo que el trafico de camiones y contenedores es incesante. Esto sumado a que la ruta tiene solo dos manos, el camino se convierte en un taponamiento constante. Sumado a ello, a unos pocos kilómetros se ubica el Moine, otro puerto importante.
Una breve parada a comer algo y continuamos hacia Cahuita, a donde llegamos dos horas después de lo previsto.
Este pequeño poblado tiene como gran atractivo el parque nacional que lleva el mismo nombre. La mayoria de las calles son de tierra y la gente vive a un ritmo cansino. Gran parte de los habitantes son descendientes de esclavos africanos, por lo que a diferencia del resto del pais, aqui predomina la gente de piel oscura. Estos, hablan castellano, pero su primera lengua es el patua, una mezcla de ingles con frances. Para una persona, no acostumbrada, como era mi caso, se hace inentendible.
El dueño de nuestro hostel, un holandés, de voz disfonica, tenia un hermoso jardin con algunos insectos y animales. Muy cuidado y limpio, valio la pena elegir ese lugar para dormir.
La mañana siguiente nos dirigimos hacia el Parque Nacional. Este se ubicaba a unos metros de la playa y en el, ademas de variada vegatacion, se podian encontrar monos, osos perezosos, iguanas y diversos tipos de cangrejos. El recorrido duro casi horas, en donde pudimos disfrutar de la naturaleza caminando a traves de ella. Luego de esta hermosa experiencia aprovechamos para darnos un baño en el calido mar caribe.
Antes de partir rumbo a Puerto Viejo, tuvimos un breve almuerzo.
A media hora de Cahuita, esta playa, se mostraba como un lugar mas turistico y movido. El cielo estaba cargado, al punto que se desato una fina llovizna, aunque esto no fue impedimento para que continuara el calor.
Caminando con la mochila en busca de un hostel, divisamos una gran cantidad de bares y restaurants por la calle principal. Tal como nos habian comentado Puerto Viejo recibia una importante cantidad de turistas, sobre todo norteamericanos, por lo que el pueblo se veia preparado para esta actividad.
Luego de buscar durante un rato, nos encontramos ante un particular alojamiento. Este hostal, con una decoración psicodelica y una particular distribución, en donde se podian ver carpas, hamacas y jardines perfectamente cuidados.
Ya acomodados, decidimos caminar por la playa, que se veia deshabitada, un tanto por el horario y otro tanto debido a que el dia no acompañaba demasiado.
Por la noche salimos a recorrer las calles en busca de unas cervezas. Se advertia movimiento de turistas, aunque no tanto como pensábamos al llegar.
A pesar de que habiamos recibido excelentes comentarios de Manzanillo y Punta Cocles, playas cercanas a Puerto Viejo, decidimos continuar hacia el sur, con destino Panama. Estabamos a unas pocas horas de viaje y valdria la pena conocer el archipielago de Bocas del Toro. Asi fue que despues de averiguar como llegar alli, emprendimos camino hacia una nueva aventura.

26 agosto 2009

Al centro Parte V (Nicaragua)



ISLA DE OMETEPE

Temprano cargue mi mochila con lo indispensable y comence a caminar cuesta abajo. El calor ya se hacia sentir y mi rumbo era indefinido, solo recorrer todo lo que se pudiera hasta el anochecer. Pasando por el infimo poblado de Bague, cruce varias personas en bicicleta y otras tantas a caballo. Al llegar a un cruce, me asome a una casa con la puerta abierta en donde podia divisar varias bicicletas. Me hice escuchar y salio un hombre al que consulte si alquilaba bicis. "Por supuesto" contesto, asi que sin dudar arregle para tenerla todo el dia.
Aquella fue la mejor decision que podria haber tomado para disfrutar de la isla, sabiendo que era domingo y casi no habria transporte. Era libre de tomarme los tiempos, de elegir los caminos, de descansar donde quisiera. Asi fue que, recordando ciertos lugares que queria visitar, comence con el Ojo de Agua.
Pedaleando por las quebradas de Ometepe me sentia feliz, despreocupado y totalmente compenetrado en las bellezas del lugar. En el fondo el volcan Maderas y a mi lado el Lago Cocibolca. No habia nada más que el ruido de mi bici. La musica la ponia en mi cabeza.
Luego de una hora y media, exhausto arribe al Ojo de Agua. Este pequeño baño de aguas termales frias, me recibio en soledad. Sin esperar un instante, aproveche la tranquilidad para relajarme dentro de sus aguas cristalinas. Luego de un rato, las familias comenzaron a ocupar mas espacios y el lugar se volvio mas bullicioso.
Era momento para subir a la bicicleta nuevamente y buscar un nuevo destino. El sol caia firme, haciendo sentir un intenso calor, sin embargo no seria impedimento para continuar.
Sin agua y muy cansado, sentia que una parada seria ideal para recuperar fuerzas. Mientras mi mente se abstraia, cruce la mirada a un costado y encontre un pequeño camino hacia la playa Santo Domingo. Alli descansaría, frente al inmenso lago.
Tirado sobre la arena apreciando la naturaleza, en una playa, totalmente solo, sin nadie a kilómetros de distancia, solo con el sonido del agua, fue otro instante de felicidad y libertad.
Hora de volver pense. Un tanto agotado, otra vez al camino. Estaba a cuarenta minutos de la finca por lo que aun quedaba un largo trecho. Con pocas fuerzas y mucha hambre llegue a mi destino. Había recorrido cuarenta kilómetros, con 35 grados durante todo un dia. Necesitaba un baño, agua y comida.
Restituido después de un largo descanso, me sente a observar el atardecer. Mientras pensaba en mi partida del dia siguiente, se desato una furiosa tormenta. Solo se escuchaba la caida del agua y los relampagos rugiendo. Pasaban las horas y no solo no paraba si no que parecia volverse mas fuerte. Eso complicaria mi salida de la isla ya que el camino para salir de la finca era de tierra.
Por la madrugada habia vuelto el sol y mis esperanzas de volver. Un poco dormido y agotado por el periplo del dia anterior tome el bus que me dejaria en el cruce de la ruta Moyogalpa-Altagracia, la unica pavimentada de Ometepe. Alli deberia esperar otro transporte que me dejaria en el embarcadero de Moyogalpa. Un par de horas mas tarde ya aguardaba la lancha con destino a Rivas. Durante la espera pude conocer dos interesantes personajes. Un argentino de Cordoba, llamado Agustin y un Italiano, Alessio, que venian viajando desde Colombia, recorriendo centroamerica. Conversamos sobre algunos destinos de interes, compartimos opiniones y consejos de viajeros.
Mientras la lancha avanzaba por el Cocibolca, pude observar en el periodico de un hombre que se habia desencadenado un golpe de estado en Honduras. Previsible, pense.
Ahí quedo descartada totalmente la travesia hacia este pais.
Ya en la terminal de buses de Rivas, un lugar desagradable, sucio y un tanto hostil, debi esperar casi tres horas hasta conseguir bus a Granada. En la espera se acercaron todo tipo de personajes. El primero un hombre que ofrecia un taxi por siete dolares para llevarme hacia Granada. Agradeci explicandole que el omnibus solo costaba un dolar, por lo que no tenia sentido. Continuo insistiendo hasta que saque de la galera mi caballito de batalla: "El dólar esta 1 a 3 con respecto al peso argentino, no soy norteamericano, ofrezcale a ellos que quizas les convenga". Ahi culmino su intento, sin antes preguntarme si viajaba con algun europeo o norteamericano al cual le pudiera ofrecer su servicio. Casi instantaneamente se aproximo otro hombre a pedirme dinero. No tenia aspecto de linyera, estaba bien alimentado y vestido. Ante mi negativa, me pidio un cigarrillo, con una ridicula excusa, “me ayuda por el frio”. Automaticamente solte una carcajada preguntandole si realmente hablaba en serio. Luego comenzo a sermonear acerca de Dios y los santos, por lo que entendí que el hombre no era un vago si no un loco. Encendio su cigarro y desaparecio. Estas cuestiones ocurren asiduamente durante un viaje con la mochila, en los cuales se acercan personajes extraños, misticos, vagabundos, hippies, vendedores, entre otros.
Otra vez dentro del “school bus”, que para ese momento parecía un sauna, emprendi mi regreso. Esta vez el viaje se hizo largo ya que realizo varias paradas en el camino, en la cual subieron y bajaron vendedores de frutas, jugos, golosinas, sumado a un guitarrista y un evangelista con su tipico sermon. Un divertido show de gente desfilando hacia arriba y hacia abajo.
Ya en Granada, debia acomodar mi mochila ya que al otro dia me esperaba el viaje hacia San Jose de Costa Rica con mi amigo Aingeru. Mas tarde, nos dirigimos hacia la La Calzada con Ricardo, el mexicano voluntario del centro social, a tomar unos mojitos. Esta calle donde se ubican los bares y restaurantes estaba plagada de turistas y nicaraguenses disfrutando de una calurosa noche.
Asi fue la despedida de los amigos conocidos en Nicaragua y de este hermoso país que tanto me había hecho disfrutar durante 10 dias. Ahora me esperaban Costa Rica y Panama antes del regreso a la Argentina.
Cinco de la mañana. Ahi nos encontrabamos esperando el Trans Nica con destino a Costa Rica, con nueve horas por viajar hasta nuestro destino. A partir de ese momento una nueva historia en el viaje comenzaría, con mas sorpresas y anecdotas.

22 agosto 2009

Al centro Parte IV (Nicaragua)



Pensando en opciones para continuar con el viaje, en un principio existia la idea de ir a Honduras, pasando antes por la Isla de Ometepe en Nicaragua. Luego con el clima candente que se vivia en Honduras, automaticamente quedo descartado. Asi fue que comence a organizar mi partida hacia Ometepe el dia jueves. Sin embargo, un rato despues de haber tomado la decision, Aingeru, mi amigo vasco, me invito a una comida en su casa junto con otros voluntarios y amigos nicaraguenses. Esta seria el viernes pero yo partia el jueves. Sin pensarlo demasiado aplace la salidad hasta el dia sabado.
Teniendo en cuenta la cuestion hondureña y el cambio de fechas para Ometepe, adelante mi visita al caribe costarricense y panameño. Otra vez sorprendentemente Aingeru me comento que tendria que ir a San Jose para renovar su visa y ademas ya que dos amigas vendrian de España. Su salida era el martes por lo que me ofrecio viajar con el. Sin dudarlo, teniendo en cuenta que era un viaje largo, acepte. Asi fue que mis planes comenzaron a sufrir variaciones inesperadas.
Luego de algunos dias en Granada, lentamente me adaptaba al agobiante calor, la humedad y los pequeños mosquitos. Habia entendido que el mediodia era un periodo muerto en el que habia que tomar la famosa "siesta santiagueña".
Por la noche nos reunimos en casa de Aingeru. Alejada del centro, era espaciosa y comoda, suficiente para disfrutar de un grato momento con musica entre charlas y cervezas.
Sabado por la mañana. Acomode mi pequeña mochila, ya que gran parte de mi equipaje permaneceria en Granada debido a que tendria que volver para tomar el bus a Costa Rica. Caminando por el atestado mercado, llegue hasta la estacion de servicio en donde salian los buses. Rapidamente tome un lugar, en el tipico "school bus" norteamericano de color amarillo. El viaje duro apenas dos horas, en las que subieron una infinidad de vendedores ambulantes a ofrecer todo tipo de productos.
Al llegar a Rivas el calor era sofocante pero afortunadamente al bajar, pude conectar con una combi que me llevaria hasta el embarcadero.
Alli debi esperar una hora hasta que la primera lancha se internara en el Cocibolca con destino a Ometepe. El lago estaba calmo a pesar de algunas rafagas de viento.
Al subir a la pequeña lancha, pude relajarme y disfrutar de un magico paisaje. La direccion era en linea recta por lo que durante la hora que duro el viaje pude apreciar los hermosos volcanes de la isla. El Concepción imponente, con mas porte y algunas nubes en su cima; el Maderas mas pequeño y achatado.
Gracias a los consejos de mis amigos españoles, decidi ir hacia Merida, al sur de la Isla. El pequeño pueblo de Moyogalpa fue mi puerta de entrada a Ometepe. Antes de partir, aproveche a sentarme en una pequeña plazoleta a tomar agua, fumar un cigarro y comer alguna fruta. Bajo la sombra de un arbol deleite un instante de relajamiento. Aun asi, me sentia observado por los locales que desde las veredas miraban discretamente. Esta situación no genero mi asombro, ya que en cualquier pueblo se dan estas situaciones.
Al rato aparecio un hombre, de unos cincuenta años, moreno, con una gorra y una remera blanca. Decia ser sandinista y su primera pregunta fue de que pais era. Al explicarle que era Argentino, me dijo "ahh de un pais revolucionario". Sabiendo que no era tal cosa, le deje continuar con sus historias. Asi fue que continuo describiendo la realidad nicaragüense y mas concretamente de la isla. Se definio como Sandinista, defendio a Ortega (el actual presidente Nicaragüense, sandinista, por supuesto) y explico la ayuda que les propiciaban los sandinistas regalandoles ganado para su producción. En todo momento, decidi callar y escuchar atentamente sus comentarios. El hombre estaba convencido de su ideologia y parecia llevar al sandinismo dentro suyo.
Vale aclarar que el sandinismo es un movimiento revolucionario, que hace honor a Augusto Cesar Sandino, heroe nicaragüense que lucho contra el dominio norteamericano a principios del siglo XX. Con escasos recursos y hombres logro derrotar parcialmente a los yanquis. Tiempo despues y ante la dominacion del dictador Anasatasio "tacho" Somoza, un grupo de revolucionarios comenzaron la batalla para derrotar al tirano. Asi, luego de algunos meses, en julio del 79, se alzaron con el poder en la capital, Managua. A pesar de ser un grupo revolucionario, no se perpetuaron en el poder como lo hizo Castro en Cuba y luego de algunos años llamaron a elecciones. Tampoco lucharon contra la iglesia o los medios de comunicacion.
Luego de aquella charla, era momento de tomar un bus hacia Merida. Consultando a los pobladores, ninguno supo darme información concreta sobre los horarios. Paso una hora y seguia sentado esperando, cansado, con deseos de llegar. En poco tiempo se haria de noche por lo que era imperioso conseguir alojamiento, sea donde fuere.
Finalmente llego el bus. Sin pensarlo tomaria ese, sin importar su recorrido. El choffer me explico que no iba hacia Merida, pero me dejaria en un cruce donde caminando algunos kilometros podria llegar. No era la mejor opcion, pero por el momento la unica.
Ya en camino, un campesino se sento al lado mio y comenzo a hablar. Explicandome que era de Santo Domingo, un poblado al sur de Moyogalpa, siguio narrando sobre su vida. Mientras hablaba, recorde que unos norteamericanos me habian hablado de una hermosa finca en Ometepe, llamada Magdalena. Aprovechando las ganas de hablar del campesino, consulte si el bus me dejaria cerca de aquel lugar. "Por supuesto, este bus termina su recorrido en Bague, donde esta la finca" explico. La suerte estaba de mi lado.
Lentamente caía el sol por detrás del Volcan Maderas cuando por un pequeño y empinado sendero caminaba hacia la finca. Casi a oscuras y agotado llegue a la recepcion deseando que hubiera lugar; ya no volveria a caminar un kilometro a oscuras hacia el pueblo. Otra vez mi fortuna, habia lugar de sobra por lo que no hubo inconvenientes.
Luego de acomodar mis pocas pertenencias me dirigí al restaurant, que tambien hacia las veces como estar o lugar común. Ocupe una mesa, pedí una cerveza y mientras empezaba a escribir se acerco un hombre.
Este señor, moreno, con algunos dientes de plata y una gorra blanca, primero ofreció sus servicios de guia para escalar el volcan Maderas. Agradecí su ofrecimiento y luego de eso nos internamos en una larga charla. Tal como explicaba, originariamente la finca era de unos burgueses nicaragüenses, que luego la vendieron, hasta que los sandinistas decidieron repartir las tierras entre los campesinos. A partir de alli la finca funcionaba como cooperativa en la cual en un principio eran 40 familias, que luego pasaron a ser 18. Ellos mismos explotaban la finca como alojamiento para turistas y todas las ganancias eran repartidas. Sumado a ello estaban las ganancias de los cafetales.
Además de tener el lugar ordenado y limpio, se podia apreciar un parque cuidado con flores coloridas.
Escuchando y escuchando al hombre, pude comprender el tipo de vida que llevaba. Sus manos curtidas del trabajo pero su fuerza y su ilusión intacta. Con alegria explicaba que estaba construyendo su pequeña casa cerca de la finca y que en unos meses finalizaría. Al rato, estrecho mi mano y siguio su camino.
Continue con mi escritura disfrutando de una rica cerveza, escuchando la naturaleza y las estrellas que parecían pegadas a un inmenso cielo azul.
En ese exacto momento salieron estas palabras:
“Cuando se decide largar a explorar otros espacios de nuestro mundo, una indefinida cantidad de diversas experiencias pueden suceder. Nuestra mente debe estar dispuesta a captar todas las vibraciones que existan en el camino. Es a través de ese recorrido plagado de nuevos paisajes, colores y personas, en donde vamos aprendiendo a conocernos, a explorarnos hasta el fondo de nuestro ser. Entonces reconocemos lo poco que sabemos de nosotros mismos y lo poco que buscamos encontrarnos. Por eso con cada camino que se transita existe un aprendizaje, algo con que cultivar el espiritu.
Aun asi, no solo es una búsqueda interior, es una interacción con el mundo que nos rodea, con la naturaleza, con el despertar en lugares alejados, bajo cielos desconocidos”. (Escrito el 27 de junio en la Isla de Ometepe, Nicaragua)

17 agosto 2009

Al centro Parte III (Nicaragua)




GRANADA


El sol apenas asomaba cuando el bus comenzo a rodar por la panamericana rumbo a Nicaragua. Seria un largo viaje hasta Granada por lo que cargarse de paciencia tendria que ser indispensable. El paisaje, de un verde intenso, con algunas quebradas y arboles de mediana altura. La ruta, la conexion mas importante entre los paises centroamericanos, tenia una transito movido, con una gran cantidad de camiones y buses circulando en ambas direcciones.
Pasado el mediodia llegabamos a Peñas Blancas, frontera entre Costa Rica y Nicaragua. Igual que cualquier frontera terrestre se deben tomar ciertos recaudos mientras se realizan los tramites ya que generalmente estas areas son “tierra de nadie”. Esto sumado a que hay un enorme transito de nicaragüenses que ingresan a trabajar a Costa Rica en la construccion o en el campo; similar a la inmigración boliviana hacia Argentina. Basicamente los nicas hacen lo que los ticos no quieren hacer o sea ensuciarse las manos.
Luego de dos horas estaba subiendo nuevamente al bus pero ahora en tierras sandinistas. Luego de unos kilómetros, podía observar por la ventanilla el hermoso Lago Cocibolca (Lago de Nicaragua para los libros de geografía, para mi Cocibolca). Se veia inmenso, con aguas de azul oscuro y bastante embravecido. A lo lejos la fabulosa Isla de Ometepe, con sus dos volcanes imponentes pintando un hermoso cuadro de colores.
El viaje se hizo corto mientras miraba el paisaje escuchando musica, por lo que podria haber seguido sentado alli disfrutando de tan hermosas vistas por horas.
Con un agobiante calor y una pesada humedad arribe a Granada.
Esta es una de las ciudades mas importantes del pais, luego de Managua y Leon. Las construcciones son tipicamente coloniales españolas, sobre todo en la zona centrica. Tal cual diseñaban los colonizadores, en el centro se ubica una plaza y a uno de sus lados la catedral, en este caso con una alta cupula amarilla que contrasta con la poca altura de las demas construcciones aledañas.
A pesar de lo pintoresco, las calles se veian muy sucias y el transito totalmente desorganizado, en este caso debido a la falta de semaforos.
Saliendo de cuestiones infraestructurales lo que mas percibia eran las graves falencias en el area social. Una creciente pobreza ataca a Nicaragua y se puede visualizar en las calles, con niños pidiendo, hombres borrachos tirados en las veredas, madres con pequeños chiquitos malnutridos y tantas otras cuestiones. Sin embargo, los problemas arrancan desde el fondo y hay otros inconvenientes que hacen a Nicaragua "un pais de pobres" y no un pais pobre, frase repetida por un amigo nicaraguense durante una charla en Granada.
Luego de una caminata por el centro historico con el sol cayendo por detras del lago, volvi al hostel. Ahi mates de por medio conoci a Ricardo, un artesano mexicano que estaba trabajando en un voluntariado. Resulto ser que el dueño del hostel, un valenciano, manejaba un centro social de ayuda a chicos con discapacidad entre otras acciones. Asi fue que comenzamos una larga charla acerca de su trabajo en el centro social, mi viaje, la realidad nicaragüense y otras tantas cuestiones. Mas tarde se unio a nosotros, Antonio, el creador de la ONG. A partir de alli y hasta altas horas de la madrugada conversamos sobre los políticos latinoamericanos, la conquista española y la pobreza en nicaragua, entre otras cuestiones. Luego de intercambiar diversas opiniones, Antonio saco su laptop y comenzó a mostrarme videos y fotografías del trabajo que realizan en la organización. No solo fue eso, si no que de repente me vi con un hermoso regalo en mi mano: un calendario hecho con fotografías de los niños.
Increible, pero a partir de ese momento mi viaje se transformo, todo lo que tenia pensado empezo a cambiar de rumbo, todo lo que habia planeado se modifico radicalmente. A partir de alli, seria otra aventura, como si lo anterior hubiera formado parte de otro viaje, en otra epoca. Un nuevo libro se abría. Sin quererlo, sin buscarlo, los dias siguientes y hasta mi ultimo dia en centroamerica seria un cumulo de hermosas sorpresas.
Me fui a dormir anonadado, perplejo, por la voluntad, la actitud de esta gente que se dedica a ayudar a los más necesitados y marginados sin pedir nada a cambio.
Son estas cuestiones la que hacen reflexionar sobre cuanto nos quejamos por nuestra realidad sin comprender que hay otras personas que viven una mas triste. No solo eso, si no la fuerza que tienen para afrontar los duros inconvenientes con los que conviven dia a dia. Sin embargo, tambien hay gente como la que pude empezar a conocer mis primeros dias en Granada. Personas que en sus paises tienen una vida comoda pero deciden dejarlo todo para ayudar a los que menos tienen. Asi, sin nada, cruzar el oceano para levantar paredes, enseñar a leer, hacer reir o simplemente escuchar. Son esos anonimos que lo hacen por amor al arte, simplemente y que jamas seran reconocidos o conocidos mas que por esas personas que ayudaron. Aunque es claro que no necesitan nada de todo ello, solo les alcanza con tender la mano.
Al dia siguiente decidí caminar hacia el Lago por la calle La Calzada, en donde se ubican gran parte de los restaurantes y bares turísticos. La callecita de piedra parecia haber sido reacondicionada poco tiempo atras, reforzando su atractivo para que los turistas puedan disfrutar de una caminata.
Llegado el mediodia, el calor era insoportable, por lo que seria un buen momento para descansar. Bajo un arbol de la plaza y junto con una botella de agua me sente a disfrutar del movimiento citadino. Los tipicos turistas "yanquis" con sus caras blancuzcas, sus enormes camaras de foto y su ropa de color caqui, los niños con sus uniformes escolares, los vendedores ambulantes con sus jugos de fruta o sus golosinas; eran algunos de los personajes que pude divisar.
Un breve almuerzo y volver al hostel para recargar energias. Este era de un estilo colonial, con un patio interno y galerias alrededor. Habia sido restaurado y transformado para su actual funcion hotelera. Ademas tenia unas hermosas hamacas, las cuales eran fabricadas por los chicos de la ONG, en donde se podia tomar un comodo descanso.
Echado en una de las hamacas, fumando un cigarro, pude conocer a otro interesante personaje. Aingeru, vasco por elección, pamplonés de nacimiento, era otro de los voluntarios del centro social. Una breve charla me basto para darme cuenta del tipo de persona con la que hablaba. Enorme corazon y sobre todo una fuerte vocación por la solidaridad. Ese fue otro momento importante del viaje, ya que a partir de conocer a Aingeru, también surgirian modificaciones en el trayecto que tenia en mente.
La visita al volcan Mombacho, a unos pocos kilometros de Granada fue una divertida excursion que comenzo temprano por la mañana. En la cumbre del volcan se podia divisar uno de los crateres inactivos plagado de arboles achaparrados. La vista aerea de la ciudad y el lago ya hacia valer la pena el esfuerzo.
La caminata rodeando la montaña seria de cuatro horas por un angosto sendero, pasando por bosques enanos y divisando los otros crateres.
Extenuado regrese al hostel, pensando que ese habia sido mi ultimo dia en Granada, pero horas mas tarde todo cambiaria.

12 agosto 2009

Al Centro Parte II (Costa Rica a la Ida)


Bajo una lluvia torrencial y cargado de expectativas arribe a Costa Rica. Con pocas referencias sobre este pequeño pais centroamericano no quedaria mas que sorprenderme. El viaje en taxi hasta el centro de San Jose, fue sentirme de nuevo en el universo capitalista. Luego de varios dias observando carteles de propaganda politica con las caras del Che, Fidel, Raul y hasta el mismismo Hugo Chavez, tener una publicidad de Mac Donalds o Holiday Inn era recordar lo que es el mundo occidental version siglo XXI.
Costa Rica es el país mas avanzado de Centroamérica. En buena parte debido al turismo que recibe, principalmente de Estados Unidos. Aunque no es la única actividad, ya que tiene un pequeño polo industrial, es el mayor sustento de su economía. Esto sumado a su intachable curriculum de estabilidad política lo convierten en una atracción para inversionistas de todas partes del mundo.
En cuanto a su cultura, es clara la influencia estadounidense desde la gastronomía pasando por el idioma y hasta en la vestimenta. Enorme cantidad de franquicias de comida rápida, ropa ancha tipo rapera y gran parte de los letreros, indicaciones o publicidades en ingles.
La historia indica que es el único pais latinoamericano que no sufrió golpes de estado en el siglo XX y además tiene la particularidad de no contar con fuerzas armadas. Segun me contaron unos jóvenes ticos (ese es el apodo de los ciudadanos costarricenses), luego de lo que ellos llamaban una "pequeña" guerra civil, se decidió abolir las fuerzas militares.
Al llegar al hostal y luego de acomodarme, comencé a preparar el largo periplo del dia siguiente, en el cual me esperaba un largo viaje hasta el pequeño pueblo de Tortuguero, en el caribe Costarricense.
Era domingo por la mañana y nadie circulaba por las calles de San Jose cuando el taxi me traslado hasta la terminal de buses. Alli debia tomar el transporte hasta el pequeño pueblo de Cariari. Antes de subir al omnibus, el chofer recomendo cuidar los objetos personales ya que se subiria y bajaria gente en el camino. Nada sorpresivo si se proviene de un pais como Argentina, en donde reina la paranoia por los robos y asaltos. Quizas para un Europeo o Yanqui acostumbrado a otras cuestiones si habria sido motivo de comentario en su regreso a casa. Acomodado en mi asiento comence a observar los hermosos paisajes montañosos plagados de tupida vegetacion. Luego de atravesar la cadena montañosa que rodea la capital, llegamos a una llanura, con lo que era clara indicacion que nos acercabamos al oceano.
Al llegar a Cariari, un pequeño poblado sin ningun atractivo especial, camine hasta otra terminal de buses ya que debia llegar al embarcadero para alli tomar un bote hacia Tortuguero. Mientras averiguaba, se dio una situación un tanto particular. Un guia del pueblo de Tortuguero comenzo a discutir con uno de los empleados de la empresa que vendia tickets hacia el embarcadero. Atento escuche la discusión entre estos dos personajes. Cuando las aguas se calmaron, consulte con el joven guia del pueblo cual era el inconveniente. Segun este, la empresa de buses intentaba sacar redito vendiendo el ticket de bus junto con el del bote e informando a la gente que es la unica empresa que realiza este trayecto, no permitiendo asi, que la gente elija otras empresas. Esa competencia desleal era la que molestaba a este hombre. De acuerdo con el y a pesar de la insistencia del vendedor de tickets, solo compre el de bus.
Luego de una hora de viaje, estabamos en el pequeño y rustico embarcadero. Un angosto rio de aguas amarronadas seria el camino final. Al subir a la “panga”, tal como se denomina a los pequeños botes, me acomode para disfrutar de un apasionante trayecto por una zona “semi” selvatica. Durante una hora pude observar los enmarañados arboles que asoman a la vera del rio, los troncos flotando y una innumerable cantidad de ruidos de animales e insectos.
El pueblo se encuentra atrapado entre los canales y el mar caribe teniendo una anchura aproximada de 400 metros entre el rio y el oceano. Las construcciones son basicas y no existen comodidades superlativas, ya que no es un punto excesivamente turistico. El hostal donde me aloje estaba en una ubicacion privilegiada, a unos pocos metros del mar. Luego de acomodar mi liviano equipaje emprendi una caminata por la playa. Extensa y despoblada, ideal para escuchar el sonido marino y admirar los pajaros que sobrevuelan constantemente. Durante la temporada de desove, que va de julio a noviembre, se pueden encontrar pequeñas tortugas marinas dando sus primeros pasos, de ahi el nombre del pueblo.
La noche me encontro tirado en una hamaca disfrutando de un cielo cargado de relampagos amagando con largar un fuerte aguacero.
La partida por el rio hacia el embarcadero fue nuevamente motivo de admiracion por el paisaje. San José me esperaba nuevamente con una fuerte lluvia y un cielo gris. Alli debia hacer noche para continuar con el trayecto.
El motivo de mi regreso a la capital fue debido a que las conexiones viales en Costa Rica no son demasiado acordes a un turista que viaja en bus, ya que para trasladarse de un punto a otro, generalmente no queda otra opción que pasar por San Jose.
Al amancer parti rumbo a La Fortuna, pequeño poblado en la cordillera central, a unos 150 kms. Sin embargo al ser una carretera de montaña el viaje seria mas largo de lo pensado. Esto sumado a que el bus paraba en todos las localidades en camino al destino final. Por lo que un viaje que normalmente debería durar 3 horas, termino siendo de unas interminables cinco horas.
Pasado el mediodia, me encontraba en La Fortuna, un lugar tipico de montaña. Construcciones de madera, una plaza central ordenada, poco trafico y escaso movimiento. Recorrerlo demoraria unas pocas horas. A pesar de ello el objetivo principal era visitar el imponente volcan Arenal, ubicado a unos 15km del pueblo.
Rapidamente averigue como llegar y al cabo de unas horas estaba caminando en las inmediaciones de la gran montaña.
El volcan es tal cual uno se imagina en una fotografia, con una forma conica y humo saliendo de su crater. Sorpresivamente para mi, nos pudimos acercar hasta el maximo permitido, unos 300 metros de su ladera.
Desde allí pude observar un espectáculo increíble. El feroz volcán escupiendo lava y pequeñas bolas de fuego con atronadores rugidos. La suerte jugo a mi favor, ya que hacia tiempo que no se registraban movimientos de ese tipo en el Arenal.
Feliz de haber presenciado una maravilla de la naturaleza en su maxima expresion regrese al pueblo bajo un fuerte diluvio.
Por la noche, luego de un calido baño, comence a evaluar como llegar al siguiente punto a visitar. Lamentablemente habria que pasar nuevamente por San Jose ya que desde la cordillera no existe transporte alguno para llegar al Pacifico.
Antes de partir realice una breve pasada por una imponente caida de agua cercana al pueblo. A pesar de ello, la entrada a la misma, era de 10 dolares cuando realmente no lo valia. Aun asi decidi entrar y disfrutar un buen momento cerca del agua, sobre todo para apaciguar el calor.
Conociendo la duracion desde La Fortuna hacia San Jose, arranque temprano, cargado de paciencia. El viaje, otra vez se hizo eterno, pero al atardecer estaba nuevamente en la capital. Sí, de nuevo. De alli, deberia correr hasta la terminal de buses que se dirigen al pacifico; por lo que baje de un bus y rapidamente me subi a otro.
El proximo destino era Manuel Antonio, parque Nacional en el Pacifico.
Era de noche cuando arribe, por lo que no pude apreciar la extension ni la belleza del lugar; solo se escuchaba el ruido del oceano y alguna musica de unos bares cercanos.
Por la mañana inice una caminata, en donde reconoci lo infimo de este pequeño poblado. Plagado de extranjeros, tanto turistas norteamericanos como residentes que luego de una estadía alli decidieron dejar todo para poner un hostal o un bar. Españoles, colombianos, argentinos, eran mayoría entre los pocos costarricenses.
La playa, con una fisonomía distinta a las caribeñas. Grandes riscos, el mar crispado con mucha piedra y una temperatura inferior del agua.
Un hermoso baño, en compañía de unas grandes iguanas que caminaban por la playa, me devolvio un poco el aire. La humedad, sumada a una alta temperatura hacia imperante un poco de refresco marino. Por la tarde se desato una llovizna que postergo al sol por algunas horas.
Aprovechando el agua, decidi descansar, leer, tener un rato de ocio y tranquilidad en una cama. Luego de tanto trajin, era la primera vez que podia parar el cuerpo por unas horas. El golpeteo de la lluvia en el techo sirvió como melodía para una comoda siesta.
Al dia siguiente, temprano por la mañana, arranque mi excursion por el Parque Nacional Manuel Antonio. En esta area se pueden ver una gran variedad de pajaros y animales dentro de una extensa area de vegetacion. La zona es de riscos cercana a la playa y el parque se encuentra alrededor de una peninsula.
La caminata por los senderos era asombrosa, ya que a cada paso se podian ver una enorme cantidad de insectos de todo tipo y color. La humedad no ayudaba demasiado pero el paseo era merecedor de un esfuerzo. Al bajar de un risco, llegue a una pequeña cala, con algunos arboles caidos y ciertas piedras. Ahi pude disfrutar de la tranquilidad y la soledad por algunos momentos. Increible sensacion de paz la que se puede vivir en lugares de esas caracteristicas, perdiendo la mirada en el oceano, admirando cada centimetro y recordando cada detalle de esa pintura.
Continue por el camino hasta llegar a Punta Catedral, en donde se encuentra la vista mas hermosa del parque. Desde alli se divisa la pequeña bahia, los riscos, el mar azulado y los arboles circundando la playa. Luego de tomar varias fotos y disfrutar del paisaje, segui camino.
En un instante estaba en otra playa, aunque esta era mas concurrida, ya que estaba mas cerca de la entrada del parque. Aun asi, al rato, se despoblo por lo que pude descansar y aprovechar un baño relajante en el pacifico. Mientras me planchaba en el mar, unos pequeños monos capuccinos bajaron de sus arboles para interactuar con los turistas. Comica situacion, aunque podria haber sido tragica, cuando el monito comenzo a revolver mi mochila. Como un desesperado sali del mar y corri hacia el mono, que asustado huyo hacia su arbol. Sin embargo el show no termino, ya que aprovechando el final del dia, los simios, abrian los tachos de basura para revisar la comida que habian dejado los turistas durante la jornada.
Cansado luego de un extenso dia de sol, caminatas y playa, regrese a la cabaña. Organice mis elementos ya que el proximo dia tendria que volver a San Jose para preparar mi viaje a Nicaragua.
El viaje hacia la capital fue fugaz y en algunas horas estaba nuevamente acomodando mis cosas y averiguando los horarios de buses para mi partida.
Al dia siguiente parti hacia Nicaragua, sabiendo que volveria a Costa Rica ya que habian quedado pendientes algunos puntos y ademas debido a que mi pasaje aereo partia desde San Jose.
Feliz de haber disfrutado de las bellezas de la naturaleza y aprovechado al maximo el tiempo y los recursos disponibles, me encontraba en el bus que me dejaria en Granada, pequeña ciudad nicaraguense.
La historia continuara a la vuelta en Costa Rica, pero eso solo lo sabria mucho despues de mis increibles vivencias Nicaraguenses.

04 agosto 2009

Al Centro Parte I (Cuba)



Otra vez en la ruta, habiendo dejado atrás mi querida argentina, tome rumbo hacia el norte del continente. Esta vez buscando el calor caribeño y algo más que ello, una experiencia hermosa para rodearme de distintas culturas y costumbres. Allí esperaba, el jugador distinto del equipo, el odiado por unos y amado por otros, el que tiene algo especial, el que deslumbra por sus paisajes, ese lugar llamado Cuba. Tierra de azúcar, selva, sierras y mares verdosos, fuertes coloniales, callejuelas y ron pero también, tierra de Fidel, del Che, de José Marti, de Silvio Rodriguez, entre otros.
La llegada fue con expectativa, con ansias de sorpresa por este oasis plagado de contradicciones. La Habana me esperaba, con su malecón atestado de jóvenes jugando, charlando y algunos otros tomando ron. El sol caía y la vista desde mi alojamiento era increíble. Marta, la señora con la cual arregle para dormir en su departamento, me recibió cordialmente y casi automáticamente comenzamos un jugoso intercambio de ideas y actualidades. De alguna forma, estaba ansioso por tener una autentica conversación con un cubano que viva la realidad diaria en su lugar de origen. No fue complicado mantener el hilo, ya que cada uno de sus comentarios era una repregunta o una exclamación. Como no sorprenderse ante algunas explicaciones, sabiendo que recibimos la información de medios que distorsionan, agrandan, difaman y falsean la realidad en pos de sus intereses comerciales.
Cuba siempre ha tenido la imagen de la oveja negra para los imperialistas norteamericanos, que en busca de la supuesta libertad y democracia destruyeron gran parte de la identidad latinoamericana. Realizando un trabajo de hormigas han conquistado Cuba de una forma mucho mas simple que atacándolos con armas. Sí, gran parte de los cubanos habla ingles y sabe tanto de los Estados Unidos como un norteamericano. Ni hablar de la cantidad de gente que huye desesperada a ese gran sueño americano. Ese espejismo vendido por los yanquis hacia los latinos es su mas astuta manera de colonizar a los hispanos. Cuba es uno de los mas afectados debido a su cercanía, sin embargo, luego detallare como se vive esta locura en los demás países centroamericanos.
Aun así, Cuba resiste, con propaganda política, con un pueblo obediente y desacostumbrado a las quejas y reclamos y sobre todo con un contundente e intrincado sistema burocrático. Probablemente con mayor debilidad que hace treinta años pero aun usando viejas herramientas que sustentan el sistema.
La ambigüedad del pueblo es lo que sorprende. Teniendo la posibilidad de alojarme en casas de familia pude reconocer una dualidad en sus ideas. Por un lado alabando el sistema de salud y educativo pero por el otro quejandose de los pobres salarios y de la imposibilidad de salir de la isla.
El Dr Victor Rodriguez, el cual me alojo en la hermosa ciudad de Cienfuegos, es cirujano de cabeza y cuello y recibe aproximadamente unos 50 dolares mensuales mas la canasta basica provista por el gobierno. La canasta se conforma por alimentos y algunos exiguos productos de limpieza e higiene, los cuales no alcanzan para una familia tipo de cuatro personas. He ahi uno de los grandes inconvenientes del sistema cubano, injusto para algunos y mas injusto para otros.
Martha, la señora que me alojo en La Habana, se quejaba por su imposibilidad de salir a recorrer el mundo. Ella, dedicada a alquilar sus habitaciones en el barrio del Vedado, parece tener un buen pasar economico. Ustedes diran, para que quiere un buen pasar si
es un sistema socialista. Yo les contestare que solo le sirve para conseguir los productos de higiene y limpieza que no alcanzan con la canasta y que clandestinamente se puede
conseguir pagando unos cuantos CUC (Peso Cubano Convertible o La moneda turistica Cubana). Lo demás lo ahorra, no sabria decirles con que finalidad, ya que esa desesperación por el consumo masivo no existe, sumado a que no pueden viajar ni comprar propiedades. De hecho, son escasos los productos de calidad con los que puede contar un cubano.
Ese país de las dualidades entre lo que dice ser y lo que la gente quiere tambien se refleja en otros aspectos. Por ejemplo, una enorme diferencia entre el interior del pais y la capital. El cubano del interior es mas cortes, mas hospitalario y entregado a la charla. Además de estar menos acostumbrados al turismo, su estilo de vida es mas tranquilo, mas pueblerino.
Otra extraña contradicción existe con el sistema monetario. Antes había mencionado a los CUC. Bueno, esta moneda es con la que debe pagar un turista por los servicios y productos que consume. Sin embargo los cubanos utilizan esta moneda que reciben de los turistas pero su sueldo lo obtienen en peso moneda nacional. Cual es la diferencia? El peso moneda nacional tiene una diferencia de 25 a 1 con los CUC. Entonces, ahora podrán entender la desesperación por conseguir ese Oro llamado CUC. Sí, increíble, pero es evidente que el sistema financiero cubano estallara en algun momento si continuan generando esa locura en la gente.
Sumado a este inconveniente, la economía sufre por la falta de ingresos. Solo el turismo y la venta del niquel ofrecen una buena fuente para las arcas del gobierno. Los restantes productos como el azúcar o la fruta son para consumo interno, teniendo que importar una enorme cantidad de insumos desde Europa y America del Sur. La débil economía cubana pende de un hilo, no solo por la compra de productos industrializados, si no por serias falencias en cuestiones energéticas. Esa es la Cuba que choca, que colisiona en todo momento, pero también existe la Cuba hermosa, simple, comoda, ordenada y respetuosa. Calles limpias y seguras mas un tráfico llevadero hacen a La Habana un lugar simple para recorrer. Eso sumado a la mixtura de estilos coloniales, franceses y constructivista tipo sovietico en las construcciones la transforman en un lugar que no puede dejar de transitarse.
Mas alla de este conciso analisis, en la isla se sigue percibiendo cierta magia que la hace un lugar unico, siempre y cuando se vaya en plan de vivir algo de su realidad. Saber que alli se gesto una de las pocas revoluciones socialistas triunfantes en el continente suma otro punto de atraccion. La historia viva de una batalla librada hace cincuenta años por jovenes idealistas, campesinos y extranjeros que con poco marcaron a fuego la historia de un pais.
En cuanto a su geografia y las ciudades que tuve la posibilidad de recorrer no hay mas que palabras de admiracion por tan bellos paisajes. Desde La Habana a Cienfuegos se transita por la autopista que recorre la isla de oeste a este, hasta la ciudad de Santiago, en el extremo oriental. En el centro del territorio se admira el sector agricultor trabajando con la caña de azucar y la ganaderia, en una zona de selva baja. Alli donde se comenzo a gestar la revolucion con el apoyo campesino es donde se producen los alimentos que consumen los cubanos. Luego acercandome a la costa pude divisar las hermosas playas tipicas de arena blanca y fina, palmeras y mar de color turquesa.
Cienfuegos

Mi segunda parada en la costera ciudad de Cienfuegos fue un acierto. Pintoresca ciudad asentada sobre la bahia que lleva el nombre de la ciudad, con construcciones coloniales y un largo malecon que recorre gran parte de la bahia. Alli pude saborear el asfixiante calor caribeño que se hace presente durante gran parte del dia. Sin embargo el clima no me impidio caminar de un lado a otro con mi camara de fotos, observando los rostros, percibiendo el ambiente y los movimentos de los cienfuegueros.
Luego de recorrer durante algunas horas fui en busca de un baño refrescante. Caminando por el malecon llegue hasta la punta de la bahia, donde se encuentran algunos costosos hoteles y un pequeño puesto de comida con una caseta
estrategicamente ubicada para admirar el paisaje. Alli decidi aprovechar un momento de descanso y relax en pleno mar caribe.
A la vuelta decidi tomar un bus, por lo que aguarde bajo la sombra, sin antes dejar de consultar el recorrido a unos jovenes que estaban en la misma situacion. Resulto ser que estos eran estudiantes universitarios cubanos, de distintas localidades, que estaban participando en una congreso de arte, literatura y musica. Uno estudiante de psicologia, otro de medicina y el ultimo profesorado de lengua inglesa. Sin saber cual era el valor del boleto, los muchachos pagaron mi ticket, sin dejar que yo consultara. Comentaron que al finalizar el congreso habria una fiesta a la cual me invitaron a participar. Agradeci, pero al dia siguiente partia hacia Trinidad, por lo que seria imposible. Al llegar al centro, donde se encuentra el prolijo y adornado Parque Jose Marti, baje del bus no sin antes saludar a los estudiantes.
Una rica cena preparada por la mujer del Dr. Victor, que luego se presto a una corta pero interesante charla, fue excusa para descansar con el estomago lleno luego de un dia agotador. Al dia siguiente, preparando la partida hacia Trinidad, la familia me ofrecio folletos de ciudades cubanas, mapas y recomendaciones de alojamiento de familia en Trinidad y Santa Clara.
Trinidad

Saciado de hospitalidad deje Cienfuegos para dirigirme al pequeño pueblo de Trinidad, a aproximadamente una hora de viaje. Patrimonio cultural de la Humanidad, con angostas calles de adoquin y con algo de pendiente, este pintoresco pueblo vive exclusivamente del turismo. Plagado de familias que ofrecen rentar habitaciones, restaurantes y bares preparados para el foraneo. Sin embargo los precios no son accesibles para un sudamericano comun, ya que al recibir europeos y yanquis estos se acomodan a las posibilidades de ellos.
A unos 15km y sobre una estrecha peninsula se encuentra Playa Ancon. Pintoresca, comoda y sobre todo, poco concurrida. Ideal para descansar, disfrutar del calmo oceano y apreciar la hermosa vista. Luego de encontrar la sombra de una palmera decidí acomodarme para un escueto almuerzo. Una breve caminata para reconocer el terreno y un extenso baño en el calido oceano para continuar con un dia de descanso.
La sensación de bañarme en ese mar tan perfecto, fino, colorido, como una pequeña plancha de papel azul verdoso fue de tranquilidad, de alegria y regocijo. Vale la pena el esfuerzo, ganarse la posibilidad de estar en ese instante disfrutando sin pensar en nada, como si el tiempo se estancara por algunos minutos. Si hay algo que se acerca a la libertad seria aquella sensacion. Esos son los momentos en los que no existe mas nada que pedir, solo estar ahi, formando parte del paisaje.
Luego de mi dia playero, me dirigí a Trinidad a realizar un breve paseo por la ciudad. El sol caia pero el calor continuaba. El pequeño pueblo de calles empedradas mostraba un mayor movimiento con el crepúsculo. Los vecinos en las calles, los niños jugando y varios turistas revoloteando. Pequeñas casas coloniales pintadas con colores chillones le daban un color particular a la escenografía Triniteña.
La Habana

Al dia siguiente partí a La Habana nuevamente, ya que habían quedado pendientes algunos museos y zonas por recorrer. Otra vez a lo de mi amiga Martha, que me recibía con los brazos abiertos y un delicioso licuado de Mango, justo para el calor que traia del viaje desde Trinidad.
Decidi tomar un bus para llegar a la Habana vieja, centro original de la capital, plagado de antiguas construcciones francesas y españoles de principios de siglo XX. Los buses publicos son rapidos pero se viaja cual ganado que va al matadero; básicamente, nada distinto a como se viaja en cualquier capital latinoamericana. En unos instantes estaba alli, caminando por las callejuelas plagadas de turistas con camaras fotograficas. Mientras observaba, un hombre, de unos veintitantos años, moreno y petiso se me acerco. Pensando que vendria a venderme cigarros, lo que todo cubano ofrece al turista, prepare una salida diplomatica; sin embargo al enterarse que era argentino cambio su discurso. Me pidio por favor si podria enviar una carta a un hermano suyo que vive en Argentina, ya que el correo cubano no es confiable. En un principio parecia ello, pero luego ante mi respuesta positiva cambio su ofrecimiento y comenzo con su tecnica de venta. Confundido, le agradeci y segui camino.
La ciudad vieja es tal cual fue cuando se construyo, ya que no existe ningun tipo de reforma arquitectonica. Nada restaurado ni modificado, lo deteriorado quedo tal cual estaba, como un envejecimiento normal, sin cirugias. A pesar del insoportable calor y mi busqueda constante de sombra, pude recorrer gran parte de la zona, pasando por el Capitolio, la famosa Bodeguita del Medio, el Hotel Dos Mundos, entre otros lugares atractivos.
La vuelta fue por el Malecon con el sol cayendo sobre el mar Caribe y una leve brisa acariciandome suavemente, tan necesaria despues de un agobiante dia.
Ultimo dia en La Habana y otra jornada de paseos. Me dirigí hacia la Plaza de la Revolucion. Alli, circundada por una ancha avenida se encuentra la plaza, donde descansa el monumento a Jose Marti, filosofo y poeta cubano, precursor revolucionario en la Isla, fundador del Partido Revolucionario Cubano. Enfrente, cruzando una avenida se divisa la famosa figura del Che Guevara, con la conocida y tristemente usada, en remeras de estupidos jovenes, frase "hasta la victoria siempre". En algunos metros cuadrados se pueden ver las raices de la actualidad cubana y su historia revolucionaria. Dos de sus estandartes, en épocas diferentes separados por un trozo de asfalto.
Antes de irme decidi realizar una breve estadia en la famosa playa turistica de Varadero. Increible, paradisiaca pero ajena al resto del pais. El turismo la ha convertido en una playa cualquiera del caribe, en donde se encuentran mayores facilidades y comodidades para los foraneos. Asi todo, el terreno es sacado de una pintura, inimaginable belleza marina, con palmeras, arenas suaves y un sol radiante durante todo el dia.
Finalmente llego el momento de la partida despues de una intensa semana de caminos recorridos. Con ello cargue una experiencia unica e irrepetible. Son momentos en la vida en que los oidos estan abiertos, los ojos atentos y los sentidos dispuestos; son etapas en las que se debe absorber conocimientos, aprender sobre otras culturas y realidades entendiendo que cada historia conlleva una realidad. Esa que nos debe enseñar que todos somos distintos y que de todos se pueden adquirir cuestiones positivas para luego aplicar en la vida personal.
Asi me fui de la hermosa isla Cubana hacia Costa Rica, feliz y sabiendo que retornaría en algún momento de mi vida.

En la Altura (Capítulo I Peru)


El trayecto continuó con un viaje hacia la cuna del imperio inca: Cusco. Pureza. Tradición, historia y mucha mística recubren la ciudad. Calles angostas, recovecos, largas galerías de estilo renacentista y casas de un típico estilo colonial son algunos de los rasgos mas salientes.
El centro, con reminiscencias puramente españolas, alberga dos enormes iglesias con grandes portones de madera y potentes campanas que suenan respetando el mandato del dios sol. Desde la misma plaza de armas donde se encuentran estas gigantescas obras religiosas asentadas sobre construcciones incas también se pueden observar una admirable cantidad de casas con balcones de madera y espaciosas galerías terminadas en arco. Estas, posiblemente habitadas por personalidades de la aristocracia virreinal hoy solo son agencias de turismo, bares y restaurantes. El paso del tiempo genera estos cambios y es imposible frenarlos.
Sentado en un característico banco de plaza comencé a desarrollar mis ideas, intentando describir la foto de lugar recibí compañía de varias personas que cansadas se sentaban a mi lado. Increíblemente todas, intentaban curiosear con disimulo mis escrituras.
Dos campanadas que dieron la media hora fueron el detonante que me hizo continuar con el recorrido.
Mi próxima visita fue el convento de Santo Domingo, asentado sobre un antiguo templo inca. Allí comprendí con un claro ejemplo como el poderoso imperio español había saqueado y destruido la civilización inca en busca de metales. La colonización fue una cruel excusa para robar las riquezas de los indígenas. Esta ambición llevo a la corona ibérica a aplastar casi un siglo de una cultura avanzada en todos los ámbitos.
La destrucción no solo fue mediante la violencia, si no mediante lo que yo llamo “culturización”, cosa que tan bien hacen los americanos, que consta en modificar lentamente las costumbres religiosas y sociales sin utilizar la violencia pero produciendo un importante lavaje de cerebro. En esto fue fundamental la participación de la iglesia católica.
Así las tradiciones incaicas, cayeron en manos de una institución que supuestamente llevaba la bandera de Cristo, Dios y la Virgen Maria, pero que mataba, chantajeaba y destruía todo lo que encontraba a su paso. Nunca se ha escuchado que se deban conquistar almas en nombre de Dios.
Inexplicablemente la espada y las mentiras triunfaron.

Nuevamente en la plaza, acomodé todos mis sentidos para continuar con algunas reflexiones. Apenas pude escribir algunas palabras cuando una vendedora de marcadas raíces indígenas interrumpió para vender algunas de sus artesanías. Sin embargo lo que podía haber sido una venta termino en una enriquecedora conversación.
La señora Eulalia, como se presentó, comenzó explicando como realizaba sus manufacturas, pero luego manifestó los inconvenientes que sufría para venderlos debido a las restricciones a las que estaba sometida por el poder municipal. Con sinceridad y tristeza expresaba su disconformidad ante las grandes empresas textiles que explotaban a los artesanos como ella, comprando sus trabajos a bajo costo.
Mientras nuestra charla continuaba con ímpetu, otra señora de menor edad, también vendedora, se sumó a nuestro charla. Nancy, de pelo corto y rasgos mestizos, también mostraba su enojo contra las grandes industrias textiles. Hablaba con velocidad, mostrando ser una persona ansiosa. Llevaba unos sweaters de alta calidad que habrían demandado tiempo y esfuerzo. “Todo natural” repetía Nancy para convencerme de las bondades de su producto.
El tiempo pasaba y el dialogo continuaba con un interesante intercambio de experiencias, cada uno contando la realidad de su país. Todo se daba con naturalidad. Esto genero que la señora Eulalia, vestida con ropa tradicional, se abriera a contarnos sobre la vida de su familia. Con orgullo mencionaba a sus cuatro hijos, todos recibidos de carreras universitarias. Un medico, un licenciado en turismo y un ingeniero. El último se perdió en algún lugar de mi memoria.
Eulalia se ponía seria cuando hablamos de la educación. Para ella era fundamental el estudio ya que esto fomentaba el desarrollo del pensamiento en los jóvenes. “Si no estudiamos, no pensamos para votar” afirmó. Con sorpresa mire y asentí con la cabeza.
Mas tarde ambas mencionaron con algo de resignación la corrupción que existía en la política local. Negocios turbios, malversación de fondos y grupos poderosos sometiendo a los pobres. Más de lo mismo. Tanta similitud que creí estar hablando con algún argentino. Entre todos estos parecidos, estaban las madres de la leche, algo así como las manzaneras en argentina, que son las encargadas de distribuir la canasta familiar, pero por supuesto las entregan de acuerdo a su conveniencia. Clara demostración de que sufrimos los mismos males.
Nancy y Eulalia hablaban con tristeza y una especie de sentida resignación sobre estas cuestiones, pero luego comenzaron a indagar sobre nuestro país. Con sorpresa reaccionaron ante mis dichos: “En Argentina hay muchos pobres” y “Los políticos son iguales en todo Sudamérica”. Quizás la imagen de potencia que tiene Argentina en estas latitudes en un tanto exagerada. Esto generado por la idea de que Buenos Aires es lo único que hay en el país.
Finalmente ambas saludaron con un apretón de manos y un “adiós señor Enrique”. Mi enriquecedora y fructífera charla con dos personajes autóctonos que sufren el día a día en las calles me impulso a continuar con la búsqueda de más contactos con la gente local.
Al llegar a San Blas, un barrio con angostos callejones y casas coloniales percibí otra realidad. Cafés, hoteles, joyerías y comercios de alta calidad con precios superlativos. Silencio en abundancia, limpieza extrema y aires de tranquilidad. Sin embargo no era lo que quería observar, a pesar de su belleza, si no que buscaba algo más cercano y no tan turístico.
Continué mi recorrido hasta llegar a San Cristóbal. Sentado en un banco mientras recobraba fuerzas, una banda con variados instrumentos, banderas y flores, irrumpió por una de las calles. Rápidamente los alcancé y camine junto a ellos. Una importante cantidad de músicos e instrumentos de viento y percusión acompañaban a la procesión hacia la iglesia de San Antonio. Al llegar al templo me separé de la banda y acomode mi cuerpo en un lugar con una privilegiada vista aérea al centro de la ciudad.
Sentado en la explanada de la iglesia de San Antonio volví a tomar la lapicera para dejar sentadas algunas impresiones. La vista aérea de Cusco era una hermosa inspiración y el silencio un perfecto compañero. Mientras continuaba con mi relato una vendedora se acercó con un bolso lleno de sweaters. Agradecí su ofrecimiento y sin dudar comencé a indagar sobre el imperio incaico. Mi curiosidad sobre este tema sumado a las ganas de entablar una conversación con una persona del lugar fue mi principal motivación.
Haydee, la vendedora, conocía con detalles la historia del Tahuantinsuyo, nombre original que le daban los incas al imperio. Así fue que el primer comentario que realizo fue una cómica descripción de la anatomía de los hombres incas. “Eran feos, con una nariz grande y muy robustos” comento con una sonrisa picara. Luego explico como se dio la ejecución de Tupac Amaru a manos de los españoles, en la Plaza de Armas de Cusco. Según la leyenda, como explicaba Haydee, el llanto de Tupac Amarú se oyó en Machu Picchu y debido a eso una de las calles que circunda la plaza se llama Huaykapata que significa “lugar del llanto”.
Antes de retirarse para continuar con su trabajo preguntó como era Argentina y luego hecho a caminar con su bolsón lleno de ropa.
El 17 de enero me vio levantar ansioso y expectante: comenzaba el camino a Machu Picchu.
El sol todavía no calentaba cuando un colectivo me transporto hacia un minúsculo poblado plagado de vegetación y superpoblado de insectos denominado Santa Maria. Para llegar hasta allí, recorrimos el valle sagrado, lugar predilecto de los incas y paso obligado para llegar a la ciudadela de Machu Picchu. En ese trayecto se pueden divisar ciudades que fueron importantes reductos militares de los incas, como Ollantaytambo o Pisaq. Todo conservado con rigurosidad.
La breve estadía en Santa Maria, se debió a que rápidamente conseguí un transporte para trasladarme a la siguiente ciudad, al otro lado de la montaña, llamada Santa Teresa. Un peligroso camino de cornisa fue el obstáculo a sortear para encontrar el pueblo.
El lugar se encuentra rodeado de cuatro enormes cerros y no tiene más de cinco cuadras de largo y tres de ancho. Sin embargo, a pesar de sus limitaciones, la calidez de la gente hizo que pase gratos momentos.
La noche anterior a la llegada al gran objetivo del viaje, esa maravilla llamada Machu Picchu, no logre dormir con comodidad. Posiblemente la ansiedad por cumplir un sueño más fue el culpable. No todos los días uno se despierta sabiendo que va a conocer, recorrer y disfrutar una de las maravillas del mundo moderno.
Apenas si había luz natural cuando mediante un extraño pero eficaz método cruce el río Urubamba. Una pequeña canasta sostenida por un cable de acero en el cual la misma de deslizaba cuando se tiraba de la soga.
Sorteado ese obstáculo, me esperaba una caminata de dos horas, bajo la lluvia, que me llevaría hasta la vía del tren. En ese trayecto pude recorrer los más increíbles paisajes. Poderosas caídas de agua y ríos furiosos acompañados por altas montañas con intensa vegetación en sus laderas.
La caminata sobre la vía, ya con fuertes rayos del sol, fue ardua debido a las piedras que molestaban el andar. A medida que avanzaba me sentía más lejos de llegar aunque mis fuerzas estaban intactas, el objetivo debía cumplirse.
Mas de tres horas de marcha sobre los rieles me dejaron en un viejo depósito en el cual un hombre me explico que cruzando un puente, que estaba a la vista, me encontraría con las escaleras que me llevarían a Machu Picchu.
La subida por estrechas y empinadas escalinatas era la última prueba por superar. La sed, el hambre y el cansancio ya se hacían sentir. Sin embargo unas pequeñas cascadas de agua pura y helada renovaron mi cuerpo.
Al recorrer los últimos escalones, luego de una hora y media de subida, una sensación inexplicable invadió mi ser. La sacrificada caminata había finalizado, Machu Picchu estaba a mis pies. A partir de ese momento solo era gozar de la perfecta maravilla construida por el imperio indígena mas acabado en Sudamérica.
La ciudad es una increíble obra arquitectónica en la cima de una montaña. Funcional, cómoda, accesible para ellos e inaccesible para sus enemigos. Cada espacio esta logrado con un perfecto sentido de la geometría, con un sentido específico y en el lugar mas adecuado.
Desde las ruinas se puede observar el magnifico Wayna Picchu o ciudad nueva que con una altura importante vigila las ruinas desde el cielo. A pesar de su belleza, no logre acceder, pero indudablemente otro esfuerzo para llegar allí hubiera sido devastador.
Luego de una breve comida me senté a admirar el lugar en el que estaba sentado. A pesar de ello, uno no llega a comprender realmente en donde esta hasta que no se ve retratado en una imagen con un fondo maravilloso y ese es el momento en que grandeza del lugar toma real dimensión en nuestras mentes.
Antes de retirarme recorrí los últimos lugares que me faltaban conocer: las colqas (depósitos de alimentos), la piedra ceremonial y las casas de los militares. Así concluyo un día de grandes emociones que no olvidare jamás y uno de esos día que esperaría que se repitan con asiduidad. La sensación de libertad, de paz y de placer es indescriptib.

La vuelta de Machu Picchu por las vías del tren demandó siete largas horas de caminata sobre incomodas piedras. Al tiempo de trasladarse por ese camino el dolor en los pies se hacia sentir. Esto sumado a los trenes que pasaban frecuentemente haciendo que tenga que saltar al costado de los rieles. Con el paso del tiempo, las piernas tenían menos respuesta. El sol estaba en su plenitud absorbiendo mis energías y secando mi cuerpo lentamente.
Finalmente arribamos a Cusco, que nos esperaba con techos y calles de color blanco. Un fuerte granizo había dejado la ciudad tapada bajo un manto de piedras de considerable tamaño.
El día siguiente fue la partida de esa hermosa ciudad. Dejar Cusco fue un triste momento debido a todo lo vivido allí. La energía recibida y las ganas de seguir creciendo, conociendo e indagando fue alimentada por este mítico lugar. Sus calles, sus iglesias, sus casas, sus olores y sus sabores únicos generan algo así como un efecto de imantación.
No se si volveré, pero se que el recuerdo quedara guardado para siempre en mi memoria. Igual, algo en mi interior, como una premonición, me anuncia que algún día pisare tierras cusqueñas otra vez.
Un rápido viaje nocturno me dejó en Arequipa, “la ciudad blanca”, como la llaman en Perú. Esta urbe de un millón de habitantes se ubica al pie del volcán Misti. Al estar en una zona geológicamente inestable los temblores son participantes ocasionales en la vida de la gente.
Fundada en 1542, Arequipa parece ser una ciudad con mucha identidad y con una especial competencia con la gran capital: Lima. Es por ello que los arequipeños se sienten muy identificados con su ciudad, orgullosos de la tierra en que nacieron.
La plaza de armas, de características similares a la de Cusco, tiene grandes galerías terminadas en arcos ojivales. Allí, se puede percibir un constante movimiento, ya que la zona céntrica es donde se ubican gran parte de las oficinas públicas y privadas. También es claro este es un punto clave en el funcionamiento del país, ya que se encuentran diversas actividades, tanto económicas, debido a la gran cantidad de industrias, como políticas.
La mañana siguiente me encontró viajando nuevamente aunque ahora con un destino distinto a los acostumbrados. Se acababan las montañas, para darle la bienvenida a las playas del pacifico y mi esperado descanso.
El primer lugar visitado fue Camaná, un pequeño balneario al norte de Arequipa rodeado de enormes medanos. Esta playa, un tanto sucia y rustica, no me atrajo demasiado, tal vez por la espesa bruma que fluía en el aire y la baja temperatura del agua. Aun así pude disfrutar de un día puramente ocioso, sin caminatas, subidas por escalera y con abundante agua y comida.
Por la noche decidí dar un paseo por la costanera, que a esa altura parecía Londres por la intensa niebla que no dejaba ver ni el mar. Solo podía escuchar el resoplido marino.
Al día siguiente, nuevamente tome un colectivo. Esta vez un sinuoso camino de áridas y achatadas montañas me dejo en un exclusivo balneario donde veranea la clase alta arequipeña llamado Mejía. Allí encontré coloridas casas de madera con un estilo ingles, que en otro momento fueron construidas para alojar a los trabajadores del hoy desaparecido ferrocarril. El tiempo las transformó en recicladas casas de la elite peruana.
La limpieza y el orden abundan aquí. Eso transforma a este lugar en un espacio cómodo, calido y confortable. Todo logrado por los mismos habitantes que prefieren mantener la estructura sin hacer transformaciones que puedan modificar el estilo de vida conseguido.
Aquí no solo descanse y disfrute de las paradisíacas playas, si no que conocí gente amable que con un gran sentido de la hospitalidad me recibió como a uno más. Fui alojado en una casa, fui invitado a una fiesta en el club del pueblo y por supuesto, agasajado con diversos tragos y comidas típicas del sur peruano. Una experiencia muy interesante que me demostró que cuando la gente tiene los brazos abiertos no importa la bandera que uno tenga.
Con algo de tristeza, pero también de cansancio deje Mejía después de cinco inolvidables días, para encarar mi retorno.
Pasados los inolvidables días en Mejía emprendí mi regreso hacia Arequipa. Allí tuve que soportar una tediosa espera de cinco horas hasta encontrar un transporte para llegar a la frontera con Bolivia. Paciente, aguarde sentado en un incomodo banco mientras escuchaba música y miraba el intenso movimiento que se daba en la terminal.
Un trasbordo en Desaguadero, ciudad fronteriza con Bolivia, fue el paso previo para arribar a la caótica y bulliciosa capital boliviana. Como en todos los extensos trayectos que fui realizando pude dialogar con variados personajes. En este caso fue un brasilero, tres uruguayas y dos cordobesas los que intercambiaron historias conmigo.
En La Paz pude recorrer las ferias, caminar por el atestado centro de la ciudad y recobrar energías con un buen descanso. La “olla paceña”, ruidosa como de costumbre, me despidió con un día soleado. Ya en la terminal, tuve la fortuna de conseguir el último boleto hacia Villazón.
Como ya sabia de antemano, el viaje seria incomodo debido a la defectuosa carretera por la que transita el colectivo. Esto sumado a la precariedad del mismo y a que mis fuerzas ya no eran las mismas que hacia un mes atrás cuando había comenzado el viaje. Las dieciocho horas de duración terminaron de desgastarme completamente.
La frontera me esperaba como si fuera una especie de oasis con abundancias de todo tipo. Dispuesto a aprovechar todas las cosas que había extrañado durante ese mes entre a un restaurante con ansias de comer buena carne argentina. El mozo quiaqueño, miro asombrado con la expectativa que ordenaba mi pedido, como si jamás hubiera comido carne nacional.
Ese generoso almuerzo activo mis energías, por lo que decidí emprender un nuevo viaje aunque ahora dentro de mi país. La comodidad de estar en mi tierra me hizo sentir mas tranquilo, como que ya había superado la prueba más importante.
En pocos minutos desembarque en el pintoresco pueblo de Humauaca. Rodeado de cerros de poca altura, callejones empedrados y casas centenarias el pueblo parecía ordenado, limpio y silencioso.
La gente del lugar también fue motivo de análisis. Su paso cansino, afable y despreocupado sumado a la tranquilidad del lugar hicieron que cayera en un extenso descanso en una placita. Una especie de contagio transmitido por respirar ese aire. Por la noche sentado en la carpa, que en ese momento, era mi única separación con las estrellas medité larga y juiciosamente sobre la vuelta mi hogar luego de más de un mes fuera. Las opciones eran variadas. Volver, quedarme en Humauaca o emigrar hacia Tilcara o Iruya. Demasiadas posibilidades que analizar para mi agotado espíritu.
Algunas horas después, determiné que era hora de regresar. Ese fue un momento en el que debí tomar una medida clara, sin dudar de mi elección. Simplemente sentí que era la hora de regresar y no hay una palabra que explique la sensación. Fue una llamada invitándome a volver, a decir misión cumplida, a soñar con una hermosa vuelta y un caluroso hasta siempre.
El viaje de vuelta no me genero tristeza, nada de lagrimas, si no una sensación de que ese fue recién el comienzo de algo importante, el principio de un cambio, de una nueva manera de sentir la vida.
Emprendí el regreso con la mochila cargada de paz y templanza, valores que no abundan en un mundo plagado de ansiedad, caos e intolerancia, enriqueciendo mi espíritu de manera superlativa. Es incalculable el aprendizaje recibido durante toda la aventura por ello sentí que toda esa enseñanza puede continuar con el tiempo.
Hoy sentado en la confortable cama de mi hogar comprendo el valor de lo que uno tiene a disposición. Esa falta de necesidades básicas es la que me llevo a comprender todo lo que tenemos y no sabemos apreciar.
Los agradecimientos en este pequeño compendio de ideas podría ser de tantas hojas como palabras escritas aquí, pero solo voy a agradecer en general y este gracias es para todos los hermanos sudamericanos, desde Ushuaia hasta Venezuela. Es un reconocimiento a nuestra tierra, en donde he podido encontrar gente hospitalaria, sabia, calida y agradecida, demostrando que la posibilidad de un continente con tantas riquezas naturales y humanas puede resurgir como una gran potencia. Los 13000 km recorridos conviviendo con diferentes pueblos, razas, etnias y religiones fue la manera más perfecta de recorrer realidades distantes pero a la vez cercanas.
No terminare esta hoja de ruta diciéndoles todo lo que aprendí y sentí, solo puedo decirles que lo vivan ustedes mismos, que la sensación de conocer, aprehender, tolerar, escuchar y disfrutar un poco de uno mismo es algo mágico. Una gran cantidad de gente que cruzo mi camino en el viaje fue en busca de una introspección que con mucho esfuerzo he logrado conseguir y supongo que esas personas también lo han hecho con éxito. Esa búsqueda interior que todos deberían perseguir llega en un instante fundamental en mi vida y hoy puedo decir que me siento renovado, en paz conmigo mismo como con los demás.
En cuanto a la manera de armar este cuaderno de viaje, he optado por acomodar las experiencias de manera desordenada, sin una estructura, de alguna manera refleja la manera de sentir y vivir el viaje.
Con respecto al motivo de este cuaderno, quiero dejar en claro que este compendio ha sido escrito para ustedes y si por alguna razón comprenden o sienten un poco de lo que intente transmitir entonces me veré aun mas realizado. Lo hermoso de esto es que el que me lea pueda vivir el viaje a través de mis palabras.
Por ultimo quiero dejar una reflexión a manera de conclusión, con lo que he logrado tomar de mi experiencia recorriendo tierras andinas. Recuerden que la vida es hermosa, olviden lo malo, olviden lo mucho, recuerden lo poco y disfruten lo bueno; amen, toleren, comprendan, gocen, vivan!, que el camino puede estar lleno de aventuras. Estén preparados para todo, porque todo es posible; no renieguen, no griten, que con susurrar alcanza, no insulten que con explicar se puede. En fin, busquen la paz dentro suyo, búsquense, encuéntrense y verán que lindo es vivir.

En la Altura (Capítulo I Bolivia)


El largo camino recorrido nos hace crecer y cultivar nuestro espíritu y con cada km una nueva experiencia en donde nos encontramos con nuestro verdadero yo. Nunca dejemos de caminar por la vida, nunca dejemos de admirar lo que hay a nuestro lado porque la belleza esta en nuestras ansias de buscar lo nuevo y desconocido.



La infinitez de estas tierras me hace pequeño, como una ínfima partícularodeada de magnificencia natural. El desierto se ve abrazado por altas montañas que van cambiando de color. Algunas de tonos rojizos, otras mas amarronadas, pero lo trascendental es su grandeza ante mis ojos.A medida que me acerco a estos fenomenos de la naturaleza encuentro paz y placer. Se respira tranquilidad y todo se desarrolla a un ritmo lento, cansino. Los lugareños parecen no inmutarse por el movimiento de extraños que asombrados disfrutan sus tierras.La vida de esta gente parece darse sin sobre saltos, como si el tiempo no existiese. Ajenos a la desesperante e injusta vida en las urbes, aun dispuestos a disfrutar de sus antiguas tradiciones, sin verse afectados por los demandantes cambios del mundo. Su mundo es una armonía entre la naturaleza y las costumbres.Al encontrarme con una realidad tan distante y alejada a la vida en la ciudad no me queda mas que apreciar y reconocer lo hermoso que puede ser vivir de esa manera.A medida que avanzo hacia el norte, ya en Bolivia, encuentro cerros mas altos y áridos que configuran un perfecto contorno geométrico. El paisaje varía entre zonas de tupida vegetacion y otros con poca vida vegetal en donde el cielo parece no proveer alimento a la tierra.El transporte que me traslada a Potosí, también aporta particularidades quizas incomprensibles para los perfectos hombres del cemento. Aquí es la sencillez lo que prima, se suprime la comodidad, reemplazandola con la paciencia, la base de este viaje a partir de este instante.Luego de la odisea en la que me embarque arriba de ese colectivo, en el que tuve que soportar la espera, el frío, la incomodidad y el hambre pude arribar a Potosí. Quizás fue el destino quien me empujo hacia esa vivencia tan novedosa, pero esta me ayudó a comprender que la vida de los hombres del cemento no es la única, no es la perfecta y que conocer estos horizontes ayuda a lograr la templanza, la paciencia, la fortaleza y sobre todo la paz. Estas pruebas que habrá que ir soportando logran abrir lentamente mi mente e ir explorando mi verdadero yo. Un yo que intenta expulsar las ansiedades e intolerancias tipicas del hombre del cemento.La gente que se embarca en estas aventuras, parece despreocupada por las incomodidades que vivirán día a día y cambian el cemento por la desorganizacion e improvisación.Ya en la ciudad de Potosí me encuentro con una antiquisima población, con calles angostas de pequeños adoquines que alguno se esmero en dejar transitable para generaciones venideras. Apenas si puedo respirar en mis primeros metros, pero luego voy recobrando el aliento. A medida que recorro los distintos recovecos puedo observar como es la vida aquí. Arraigados a sus costumbres y su pasado aunque quizas inconcientes de su propio potencial.Los niños y las mujeres trabajando en actividades un tanto forzosas me producen una tristeza tan fuerte como para seguir describiendo con exactitud.Continuando con el camino por la ciudad, visualizo la típica plaza en donde se centraban las actividades mas importantes para la vida del pueblo. A un lado la catedral, al otro el palacio de gobierno y al otro la Casa de la Moneda. Un invento 100% español, resabio de la colonización que dejó poco y quitó mucho.Casi sin darme cuenta, sin previo analisis, me vi caminando por una mina de Potosí. Actividad principal de la ciudad, que deja toneladas de plata, cobre y zinc, pero que también deja nada para la gente del pueblo.El trabajo dentro de la mina es aterrador. Al recorrerla sentí que estaba dandome una puñalada en el corazón por presenciar semejante explotación. Un esforzado grupo de trabajadores sacando los metales de una manera arcaica con pocas herramientas y yo paseando como si fuera un centro comercial.El aire lleno de polvo no me dejó respirar y la escaza luz que había apenas si me dejaba ver un metro mas adelante.Los mineros han trabajado durante siglos, pasando de generación a generación , pero nada ha cambiado. El sometimiento al que se ven afectados es debido a un cruel sistema que no les permite realizar otras labores, cayendo indefectiblemente en la mina, que parece ser la única salvacion y termina siendo una sentencia de muerte.Al salir de allí me sentí avergonzado por presenciar la explotación de cientos de personas, como si fuera un paseo por el parque o por un zoologico. La tristeza me atrapó por un rato pero con la vuelta a la ciudad fuí recobrando el color.
Sucre. Ciudad de color, ciudad del orden y la conservación. Al recorrerla siento transportarme a la época de la colonia. La pulcritud más una excelente organización hacen de esta una ciudad modelo en Bolivia. Realmente, no cuesta imaginar a este poblado en la época del virreinato ya que la mayor parte las construcciones se han mantenido en perfecto estado; como si alguien quisiera que no pasara el tiempo.
El sol asoma con fuerza mientras camino. Durante el recorrido puedo divisar una inmensa cantidad de iglesias que certifican la religiosidad y el apego a las creencias y dogmas del catolicismo. Otra obra de los colonizadores españoles.
No puedo dejar de pensar en la experiencia que estoy viviendo. Mis estados de ánimo son tan variables como el clima boliviano. Sin embargo la admiración y la sorpresa son las sensaciones que más se repiten.
Vuelvo a soñar y casi sin despertar me encuentro en La Paz. Mucha vertiginosidad. La capital del país se encuentra rodeada de enormes montañas que en sus laderas alojan pequeñas y precarias casas construidas con ladrillo a la vista. Así parece que las montañas fueran anaranjadas. En el valle se establece el centro neurálgico del país, en donde se toman las decisiones importantes.
La Paz es un lugar caótico y ruidoso comparado a lo natural que venía siendo esta ruta. Vendedores ambulantes por doquier, hacinamiento, polución y un mar de gente caminando por las angostas calles.
Continuando la recorrida, pude presenciar una manifestación extremadamente pacífica. Un orador llevando la voz y los demás repitiendo a viva voz. ¡Muerte a los traidores! Gritaba con todas sus fuerzas el líder.
Todo continuó con un adrenalínico viaje en bicicleta, por un angosto camino, hacia un pequeño poblado en la selva. La lluvia no impidió la aventura. El hermoso camino plagado de caídas de agua e imponentes riscos me llevó hasta un minúsculo caserío llamado Yolosa. Allí pude apreciar como los pobladores viven con escasos recursos en un clima sub tropical plagado de insectos y enfermedades. Aun así no parecen estar preocupados, son felices, no conocen la vida del hombre del cemento. El no conocer significa no desear.
Al encontrarme allí comprendo otra vez mas que la vida del hombre del cemento no es la única y que quizás los humildes pobladores de un pequeño caserío perdido en la selva se conozcan mas a si mismos y a la naturaleza que nosotros.
A pocos kilómetros de Yolosa, asentada sobre una montaña, se encuentra Coroico. Árboles que se acercan al cielo, plantas que iluminan retinas y el verde más puro que alguna vez vi. Allí pude lograr unas horas de paz, de vuelo, en donde éramos la naturaleza y yo desmenuzándonos poco a poco. Busco recordar la geografía de estos altos picos. Y si, lo logro, como olvidar de esa hermosa pintura.
La vuelta es por un camino de cornisa. No siento miedo. Solo quiero quedarme a continuar con esa magia.
¿Cuál es mi lugar? Esta puede ser una opción, alejado del mundo del cemento.

Luego de la excursión en bicicleta quedé exhausto y me dormí temprano. La mañana siguiente, desperté temprano. Había algo que perturbaba mis sueños pero no pude recordar el motivo.
A esa hora de la mañana no había movimiento. La Paz realmente estaba en paz. Aun así pude observar una larga cola de pacientes esperando para entrar a la clínica, que aun estaba cerrada. Quién sabe cuando atenderían a todas esas personas, que parecían resignadas a esperar lo que sea necesario por una atención.
La policía se alistaba para recorrer las calles de la ciudad. Los vendedores ambulantes acomodaban sus pequeños puestos plagados de alimentos y bebidas.
La plaza central aun despoblada esperaba la llega de miles de trabajadores de oficina que recorren, como todos los días, ese camino.
Me senté en un banco orientado hacia el centro de la plaza. Las palomas esperaban ansiosas la llegada de gente que les provea algo de alimento. Mientras escuchaba un poco de música relajante y sentía las palabras fluir por mi lapicera un niño se acercó a mi sitio. Así fue que logré escribir algunos párrafos antes de la interrupción.
El niño se sentó a mi lado. “¿Escribe una carta?” pregunté con inocencia. “No, solo escribo algunos pensamientos” respondí. El joven, con su pequeña tabla de madera para limpiar zapatos pasó por alto mi respuesta y continuó con sus preguntas.
Parecía interesado en conocer algo de este extranjero en su tierra. Averiguó sobre mi origen, mi próximo destino y el lugar donde me alojaba. Conteste con muchas ganas de entablar una fluida conversación y rápidamente retruque sus preguntas con otras. Era la primera charla, con una persona que conviviera con la realidad de ese lugar y no estuviera viviendo como pasajero. Debido a eso fue que resultó enriquecedor, y mas aun, porque era la visión de un chico de 10 años trabajando de lustrabotas. Sin embargo, la tristeza por su compleja vida no hizo mas que llenarme de preocupación por la imposibilidad de hacer algo por el. Lamentablemente es demasiado simple contar sobre estas vidas cuando uno vive en el confort y la prosperidad, donde uno sabe que cuenta con las necesidades básicas.
Luego de la charla una larga caminata me llevó hasta la terminal de buses en donde me esperaba un colectivo que tenía como destino la balnearia ciudad de Copacabana, situada a orillas del lago Titicaca.
Este pequeño poblado está plagado de artesanos que van a vivir una vida pacífica, lejos del cemento y la urbe. También hay una gran devoción por la virgen que lleva el mismo nombre que el pueblo. Una gran cantidad de autos y colectivos se acercan hasta la iglesia para ser bendecidos por la virgencita.
Recorriendo la costa pude observar mucha suciedad y un importante dejo en las calles y construcciones. Tal vez por ello no me resultó un lugar demasiado pintoresco. Mucha belleza y demasiado potencial inexpoltado. Esto sumado a una importante cantidad de personas caminando por las calles, hicieron que no me sintiera a gusto.
La mañana siguiente a mi llegada, pude caminar hacia una montaña en la que año a año se realiza el vía crucis. Las nubes negras se asomaban por atrás de las montañas que rodean la ciudad amenazando con una fuerte lluvia.
Durante la caminata desee estar en otro lugar, tele transportarme, desaparecer y aparecer en alguna otra ciudad. Quizás mi deseo de estar en Cusco era el que me hacia pensar de esta manera. También sentí la necesidad de compartir con alguna persona todo esa aura que se respiraba en un ambiente de naturaleza virgen. A pesar de ello pude apreciar todo ello con alegría, soñando con volver algún día y observarlo de una manera distinta.
Al subir la montaña pude recorrer desde los cielos el contorno de la ciudad. Allí también se podía admirar la grandeza e infinitez del lago. A lo lejos se podían divisar algunas montañas que parecían fluir de las profundices del agua.
Sentado en la cima de la montaña, arriba de una piedra, pude perpetuar todas estas imágenes en mis retinas. A la vez me encontré pequeño ante tanta grandeza del paisaje que me rodeaba.
Al estar en ese espacio en ese momento, bajo los rayos del sol, en un profundo silencio, logré bucear un poco en mi interior. Indudablemente un perfecto lugar de ensueños. Un momento ideal para volar, para imaginar y no volver por mucho tiempo. Un lugar y un momento para el amor, para el regocijo, para el cultivo del alma, para la purificación del cuerpo. Un lugar y un momento en el que nadie puede perturbar, en el que solo esta la naturaleza mirando cara a cara.
Luego del tiempo de interioridad, partí rumbo a la pequeña isla del sol, tierra de raíces aymará.



El viaje continuó en la Isla del Sol, a donde arribé luego de pasar una hora y media arriba de un barco que nos introdujo en los interiores del Lago Titicaca. Durante ese tiempo pude sentir la grandeza del lago que en calma nos recibía.
Al llegar me encontré con una montañosa tierra que en otros tiempos solo era propiedad de los indígenas. Hoy en día convertida en centro turístico aun conserva sus raíces aunque ha perdido esa virginidad que supo tener a cambio del dinero.
La escalera del inca, ubicada en el puerto al que llegué, parecía un camino interminable. Un perfecto trabajo artesanal realizado en piedra, que debió haber costado la vida de muchos hombres. Durante la subida, me fui encontrando con gente autóctona que con mucha destreza caminaban en la empinada escalinata. A pesar de la invasión turística la gente del lugar parecía no inmutarse. Continuaban movilizando sus mulas y ovejas a través de unas angostas callejuelas empedradas.
Caminando algunos metros más y ya muy cansado llegué a la cima de la isla en donde se podía admirar gran parte del lago. El sol generaba un hermoso reflejo en el lago, construyendo un contraste digno de ser retratado por un pincel. Nuevamente la paz y la serenidad invadieron mi alma. Estar en ese espacio en ese instante me sirvió para reflexionar sobre el mundo en el que vivo y como vivo en ese mundo.
Por la noche me uní a un fogón en el cual, mediante la música, pude encontrarme con una gran cantidad de compatriotas. Allí tomé conciencia del arraigo a la cultura tradicional argentina que tiene la gente del norte y la poca importancia que se le da en las grandes provincias. Indudablemente los norteños, que animaban la reunión, han conservado el amor a esas costumbres, mientras que nosotros hemos asesinado esa identidad.