10 octubre 2009

Al centro Parte IX



Durante mis ultimos dias en Centroamérica pude recorrer algunos puntos pendientes en Nicaragua. Por ello, acompañado por mis entrañables amigos de Pamplona, emprendimos viaje hacia Leon, unos 150 kms al norte de Granada.
Luego de una escala en Managua, tomamos el bus bajo un insoportable calor y un transito complicado. Sin embargo el viaje duro apenas una hora, en donde entre musica y charla se hizo ameno.
La ciudad de Leon, a simple vista parecia mas importante que Granada. Se vislumbraba un mayor movimiento comercial y a esto sumado que alli se encuentra una de las universidades mas importantes de Nicaragua. Por lo tanto existe un aire más cultural, en donde se ven murales, pintadas politicas, banderas y mayor preponderancia de los espacios públicos. Era evidente, que a diferencia de Granada, Leon era mucho mas que una ciudad turistica.
Mientras caminábamos por la ciudad, nos encontramos con varias iglesias, aunque la más imponente es la que se encuentra en la plaza principal, la catedral. En las escalinatas de entrada, se pueden ver dos esculturas de cabezas de león. Siguiendo, la recorrida, pasamos por la universidad, el mercado y otras plazoletas. Mas tarde, un tanto acalorados regresamos al hostel, que increíblemente tenia una pequeña piscina.
Al día siguiente emprendimos la ruta hacia la costa del Pacifico. Allí nos aguardaban dos pequeñas y deshabitadas playas, Poneloya y Las Peñitas. Ambas contaban con una infraestructura mínima, algunos chiringos, algún que otro hostel y nada mas. Mas alla de esto, las playas eran increíbles, sobre todo por el hecho de que no habia nadie.
Antes de descansar tirados en la arena, decidimos recorrer los manglares, por lo que contratamos una lancha para recorrer este hermoso ecosistema con una asombrante biodiversidad.
El atardecer nos encontró bajo un cielo negro que amenazaba con desatar un temporal. Las nubes cargadas se veian a lo lejos en el océano con el sol poniéndose por detrás pintando una hermosa imagen. La lluvia no apareció y nosotros aprovechamos para volver a la vieja Leon.
Era mi ultima noche en Centroamérica. Nostalgia, tristeza, felicidad, tantos sentimientos encontrados durante algunas horas. “Es demasiado pronto para volver”, era la frase que retumbaba en mi cabeza en esos instantes de confusión. Había vivido tantas sensaciones, tantos momentos que era un crimen dejar de lado todo aquello.
Por la noche fue mi despedida, con una pequeña cena en donde se dio un hermoso intercambio de regalos. Con alguna lagrima por la despedida, entendi que era hora de marchar.
Al mediodía salude a mis amigos, Txen, Raquel, Aingeru y Connie, y segui camino hacia Granada. Alli buscaría mi mochila, saludaría a otros amigos, antes de continuar viaje hacia Costa Rica.
El bus hacia San Jose fue extrañamente largo, aunque a esa altura todo me parecia molesto e incomodo. Tomada la decisión ya quería estar dentro del avión rumbo a Peru sin esperar un instante más.
Asi fue, que termino una inolvidable experiencia, que definitivamente consiguió el objetivo que me propuse antes de salir. Tantos kilómetros recorridos, tantas charlas, tantos buses subidos y bajados, tantas playas, tantas montañas, tantas sonrisas, tantos cuentos y experiencias, valen la pena hasta el último segundo de camino, hasta la ultima gota de agua. Todo fue positivo, todo fue un cúmulo de causalidades que llevaron a conseguir un recorrido plagado de historias divertidas y lugares de ensueño. Esto demuestra, que siempre que uno busca y desea algo con mucha fuerza hay enormes posibilidades de conseguirlo y aun mas si se actúa en consecuencia de eso que uno ansia.
Agradecido por todo lo vivido, hoy, nuevamente puedo decir que me he llenado de fuerza y esperanza para continuar buscando eso que algunos llamamos felicidad.