19 septiembre 2009

Al Centro Parte VIII (Granada, Nicaragua)



Esa misma noche, luego de una breve charla con Aingeru, Raquel y Txen decidi que lo mejor seria continuar con ellos hacia Nicaragua. Era lo que deseaba, continuar disfrutando, volver a un pais en el cual habia estado muy a gusto y emprender nuevas experiencias. La decisión no demoro mas de unos segundos, ya que en realidad no habia nada que decidir, estaba convencido de continuar con ellos. Esa sensación de libertad sobre las decisiones y los tiempos es algo que pocas veces nos ocurre durante nuestra vida. Por ello, hay momentos para analizar y otros para dejarse llevar por las cosas que hacen bien a la mente y el cuerpo.
Asi fue que por la mañana emprendimos el regreso, nuevamente en lancha hacia el puerto de Almirante y de alli a Changuinola a tomar un bus. Luego de unas horas de espera y otras de viaje llegamos a la frontera, que como toda frontera terrestre es un territorio anarquico en donde no existen mas leyes que las de los corruptos funcionarios que trabajan en ellas.
Alli tuvimos serios inconvenientes para ingresar a Costa Rica, luego de que un oficial de migraciones se negara a sellar nuestros pasaportes si no “colaborabamos” comprando un ticket de bus que certificara nuestra salida del pais. Un vil engaño en el cual nosotros expresamos nuestro desagrado, pero que nos significo instantes de tension y preocupación.
Superada la traumatica entrada a Costa Rica, arribamos a San Jose por la noche. Pasariamos la noche, para luego continuar hacia Nicaragua la mañana siguiente.
El viaje fue tranquilo, la frontera de Peñas Blancas tenía leve movimiento, probablemente debido al horario vespertino de nuestra llegada. La noche, nos encontro felices en Granada, acomodandonos en casa de Aingeru, en calle la Ceiba. Alli viviria, durante quince felices dias, disfrutando de una experiencia de vida inolvidable, entre la ayuda a la ONG, los viajes y excursiones.
Granada ya era mi segunda casa, me sentía cómodo caminando por sus calles, me habia acostumbrado al calor y la humedad y empezaba a disfrutar ya no como un turista si no desde otro lugar.
Los personajes que deambulaban por las calles me parecian familiares y lentamente iba descubriendo los pequeños rincones de la pequeña ciudad.
Asi fue que todo lo que parecia un sueño se iba convirtiendo lentamente en una hermosa realidad. Algo que jamas hubiera imaginado cuando comenzo la aventura centroamericana.

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