22 agosto 2009

Al centro Parte IV (Nicaragua)



Pensando en opciones para continuar con el viaje, en un principio existia la idea de ir a Honduras, pasando antes por la Isla de Ometepe en Nicaragua. Luego con el clima candente que se vivia en Honduras, automaticamente quedo descartado. Asi fue que comence a organizar mi partida hacia Ometepe el dia jueves. Sin embargo, un rato despues de haber tomado la decision, Aingeru, mi amigo vasco, me invito a una comida en su casa junto con otros voluntarios y amigos nicaraguenses. Esta seria el viernes pero yo partia el jueves. Sin pensarlo demasiado aplace la salidad hasta el dia sabado.
Teniendo en cuenta la cuestion hondureña y el cambio de fechas para Ometepe, adelante mi visita al caribe costarricense y panameño. Otra vez sorprendentemente Aingeru me comento que tendria que ir a San Jose para renovar su visa y ademas ya que dos amigas vendrian de España. Su salida era el martes por lo que me ofrecio viajar con el. Sin dudarlo, teniendo en cuenta que era un viaje largo, acepte. Asi fue que mis planes comenzaron a sufrir variaciones inesperadas.
Luego de algunos dias en Granada, lentamente me adaptaba al agobiante calor, la humedad y los pequeños mosquitos. Habia entendido que el mediodia era un periodo muerto en el que habia que tomar la famosa "siesta santiagueña".
Por la noche nos reunimos en casa de Aingeru. Alejada del centro, era espaciosa y comoda, suficiente para disfrutar de un grato momento con musica entre charlas y cervezas.
Sabado por la mañana. Acomode mi pequeña mochila, ya que gran parte de mi equipaje permaneceria en Granada debido a que tendria que volver para tomar el bus a Costa Rica. Caminando por el atestado mercado, llegue hasta la estacion de servicio en donde salian los buses. Rapidamente tome un lugar, en el tipico "school bus" norteamericano de color amarillo. El viaje duro apenas dos horas, en las que subieron una infinidad de vendedores ambulantes a ofrecer todo tipo de productos.
Al llegar a Rivas el calor era sofocante pero afortunadamente al bajar, pude conectar con una combi que me llevaria hasta el embarcadero.
Alli debi esperar una hora hasta que la primera lancha se internara en el Cocibolca con destino a Ometepe. El lago estaba calmo a pesar de algunas rafagas de viento.
Al subir a la pequeña lancha, pude relajarme y disfrutar de un magico paisaje. La direccion era en linea recta por lo que durante la hora que duro el viaje pude apreciar los hermosos volcanes de la isla. El Concepción imponente, con mas porte y algunas nubes en su cima; el Maderas mas pequeño y achatado.
Gracias a los consejos de mis amigos españoles, decidi ir hacia Merida, al sur de la Isla. El pequeño pueblo de Moyogalpa fue mi puerta de entrada a Ometepe. Antes de partir, aproveche a sentarme en una pequeña plazoleta a tomar agua, fumar un cigarro y comer alguna fruta. Bajo la sombra de un arbol deleite un instante de relajamiento. Aun asi, me sentia observado por los locales que desde las veredas miraban discretamente. Esta situación no genero mi asombro, ya que en cualquier pueblo se dan estas situaciones.
Al rato aparecio un hombre, de unos cincuenta años, moreno, con una gorra y una remera blanca. Decia ser sandinista y su primera pregunta fue de que pais era. Al explicarle que era Argentino, me dijo "ahh de un pais revolucionario". Sabiendo que no era tal cosa, le deje continuar con sus historias. Asi fue que continuo describiendo la realidad nicaragüense y mas concretamente de la isla. Se definio como Sandinista, defendio a Ortega (el actual presidente Nicaragüense, sandinista, por supuesto) y explico la ayuda que les propiciaban los sandinistas regalandoles ganado para su producción. En todo momento, decidi callar y escuchar atentamente sus comentarios. El hombre estaba convencido de su ideologia y parecia llevar al sandinismo dentro suyo.
Vale aclarar que el sandinismo es un movimiento revolucionario, que hace honor a Augusto Cesar Sandino, heroe nicaragüense que lucho contra el dominio norteamericano a principios del siglo XX. Con escasos recursos y hombres logro derrotar parcialmente a los yanquis. Tiempo despues y ante la dominacion del dictador Anasatasio "tacho" Somoza, un grupo de revolucionarios comenzaron la batalla para derrotar al tirano. Asi, luego de algunos meses, en julio del 79, se alzaron con el poder en la capital, Managua. A pesar de ser un grupo revolucionario, no se perpetuaron en el poder como lo hizo Castro en Cuba y luego de algunos años llamaron a elecciones. Tampoco lucharon contra la iglesia o los medios de comunicacion.
Luego de aquella charla, era momento de tomar un bus hacia Merida. Consultando a los pobladores, ninguno supo darme información concreta sobre los horarios. Paso una hora y seguia sentado esperando, cansado, con deseos de llegar. En poco tiempo se haria de noche por lo que era imperioso conseguir alojamiento, sea donde fuere.
Finalmente llego el bus. Sin pensarlo tomaria ese, sin importar su recorrido. El choffer me explico que no iba hacia Merida, pero me dejaria en un cruce donde caminando algunos kilometros podria llegar. No era la mejor opcion, pero por el momento la unica.
Ya en camino, un campesino se sento al lado mio y comenzo a hablar. Explicandome que era de Santo Domingo, un poblado al sur de Moyogalpa, siguio narrando sobre su vida. Mientras hablaba, recorde que unos norteamericanos me habian hablado de una hermosa finca en Ometepe, llamada Magdalena. Aprovechando las ganas de hablar del campesino, consulte si el bus me dejaria cerca de aquel lugar. "Por supuesto, este bus termina su recorrido en Bague, donde esta la finca" explico. La suerte estaba de mi lado.
Lentamente caía el sol por detrás del Volcan Maderas cuando por un pequeño y empinado sendero caminaba hacia la finca. Casi a oscuras y agotado llegue a la recepcion deseando que hubiera lugar; ya no volveria a caminar un kilometro a oscuras hacia el pueblo. Otra vez mi fortuna, habia lugar de sobra por lo que no hubo inconvenientes.
Luego de acomodar mis pocas pertenencias me dirigí al restaurant, que tambien hacia las veces como estar o lugar común. Ocupe una mesa, pedí una cerveza y mientras empezaba a escribir se acerco un hombre.
Este señor, moreno, con algunos dientes de plata y una gorra blanca, primero ofreció sus servicios de guia para escalar el volcan Maderas. Agradecí su ofrecimiento y luego de eso nos internamos en una larga charla. Tal como explicaba, originariamente la finca era de unos burgueses nicaragüenses, que luego la vendieron, hasta que los sandinistas decidieron repartir las tierras entre los campesinos. A partir de alli la finca funcionaba como cooperativa en la cual en un principio eran 40 familias, que luego pasaron a ser 18. Ellos mismos explotaban la finca como alojamiento para turistas y todas las ganancias eran repartidas. Sumado a ello estaban las ganancias de los cafetales.
Además de tener el lugar ordenado y limpio, se podia apreciar un parque cuidado con flores coloridas.
Escuchando y escuchando al hombre, pude comprender el tipo de vida que llevaba. Sus manos curtidas del trabajo pero su fuerza y su ilusión intacta. Con alegria explicaba que estaba construyendo su pequeña casa cerca de la finca y que en unos meses finalizaría. Al rato, estrecho mi mano y siguio su camino.
Continue con mi escritura disfrutando de una rica cerveza, escuchando la naturaleza y las estrellas que parecían pegadas a un inmenso cielo azul.
En ese exacto momento salieron estas palabras:
“Cuando se decide largar a explorar otros espacios de nuestro mundo, una indefinida cantidad de diversas experiencias pueden suceder. Nuestra mente debe estar dispuesta a captar todas las vibraciones que existan en el camino. Es a través de ese recorrido plagado de nuevos paisajes, colores y personas, en donde vamos aprendiendo a conocernos, a explorarnos hasta el fondo de nuestro ser. Entonces reconocemos lo poco que sabemos de nosotros mismos y lo poco que buscamos encontrarnos. Por eso con cada camino que se transita existe un aprendizaje, algo con que cultivar el espiritu.
Aun asi, no solo es una búsqueda interior, es una interacción con el mundo que nos rodea, con la naturaleza, con el despertar en lugares alejados, bajo cielos desconocidos”. (Escrito el 27 de junio en la Isla de Ometepe, Nicaragua)

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