ISLA DE OMETEPE
Temprano cargue mi mochila con lo indispensable y comence a caminar cuesta abajo. El calor ya se hacia sentir y mi rumbo era indefinido, solo recorrer todo lo que se pudiera hasta el anochecer. Pasando por el infimo poblado de Bague, cruce varias personas en bicicleta y otras tantas a caballo. Al llegar a un cruce, me asome a una casa con la puerta abierta en donde podia divisar varias bicicletas. Me hice escuchar y salio un hombre al que consulte si alquilaba bicis. "Por supuesto" contesto, asi que sin dudar arregle para tenerla todo el dia.
Aquella fue la mejor decision que podria haber tomado para disfrutar de la isla, sabiendo que era domingo y casi no habria transporte. Era libre de tomarme los tiempos, de elegir los caminos, de descansar donde quisiera. Asi fue que, recordando ciertos lugares que queria visitar, comence con el Ojo de Agua.
Pedaleando por las quebradas de Ometepe me sentia feliz, despreocupado y totalmente compenetrado en las bellezas del lugar. En el fondo el volcan Maderas y a mi lado el Lago Cocibolca. No habia nada más que el ruido de mi bici. La musica la ponia en mi cabeza.
Luego de una hora y media, exhausto arribe al Ojo de Agua. Este pequeño baño de aguas termales frias, me recibio en soledad. Sin esperar un instante, aproveche la tranquilidad para relajarme dentro de sus aguas cristalinas. Luego de un rato, las familias comenzaron a ocupar mas espacios y el lugar se volvio mas bullicioso.
Era momento para subir a la bicicleta nuevamente y buscar un nuevo destino. El sol caia firme, haciendo sentir un intenso calor, sin embargo no seria impedimento para continuar.
Sin agua y muy cansado, sentia que una parada seria ideal para recuperar fuerzas. Mientras mi mente se abstraia, cruce la mirada a un costado y encontre un pequeño camino hacia la playa Santo Domingo. Alli descansaría, frente al inmenso lago.
Tirado sobre la arena apreciando la naturaleza, en una playa, totalmente solo, sin nadie a kilómetros de distancia, solo con el sonido del agua, fue otro instante de felicidad y libertad.
Hora de volver pense. Un tanto agotado, otra vez al camino. Estaba a cuarenta minutos de la finca por lo que aun quedaba un largo trecho. Con pocas fuerzas y mucha hambre llegue a mi destino. Había recorrido cuarenta kilómetros, con 35 grados durante todo un dia. Necesitaba un baño, agua y comida.
Restituido después de un largo descanso, me sente a observar el atardecer. Mientras pensaba en mi partida del dia siguiente, se desato una furiosa tormenta. Solo se escuchaba la caida del agua y los relampagos rugiendo. Pasaban las horas y no solo no paraba si no que parecia volverse mas fuerte. Eso complicaria mi salida de la isla ya que el camino para salir de la finca era de tierra.
Por la madrugada habia vuelto el sol y mis esperanzas de volver. Un poco dormido y agotado por el periplo del dia anterior tome el bus que me dejaria en el cruce de la ruta Moyogalpa-Altagracia, la unica pavimentada de Ometepe. Alli deberia esperar otro transporte que me dejaria en el embarcadero de Moyogalpa. Un par de horas mas tarde ya aguardaba la lancha con destino a Rivas. Durante la espera pude conocer dos interesantes personajes. Un argentino de Cordoba, llamado Agustin y un Italiano, Alessio, que venian viajando desde Colombia, recorriendo centroamerica. Conversamos sobre algunos destinos de interes, compartimos opiniones y consejos de viajeros.
Mientras la lancha avanzaba por el Cocibolca, pude observar en el periodico de un hombre que se habia desencadenado un golpe de estado en Honduras. Previsible, pense.
Ahí quedo descartada totalmente la travesia hacia este pais.
Ya en la terminal de buses de Rivas, un lugar desagradable, sucio y un tanto hostil, debi esperar casi tres horas hasta conseguir bus a Granada. En la espera se acercaron todo tipo de personajes. El primero un hombre que ofrecia un taxi por siete dolares para llevarme hacia Granada. Agradeci explicandole que el omnibus solo costaba un dolar, por lo que no tenia sentido. Continuo insistiendo hasta que saque de la galera mi caballito de batalla: "El dólar esta 1 a 3 con respecto al peso argentino, no soy norteamericano, ofrezcale a ellos que quizas les convenga". Ahi culmino su intento, sin antes preguntarme si viajaba con algun europeo o norteamericano al cual le pudiera ofrecer su servicio. Casi instantaneamente se aproximo otro hombre a pedirme dinero. No tenia aspecto de linyera, estaba bien alimentado y vestido. Ante mi negativa, me pidio un cigarrillo, con una ridicula excusa, “me ayuda por el frio”. Automaticamente solte una carcajada preguntandole si realmente hablaba en serio. Luego comenzo a sermonear acerca de Dios y los santos, por lo que entendí que el hombre no era un vago si no un loco. Encendio su cigarro y desaparecio. Estas cuestiones ocurren asiduamente durante un viaje con la mochila, en los cuales se acercan personajes extraños, misticos, vagabundos, hippies, vendedores, entre otros.
Otra vez dentro del “school bus”, que para ese momento parecía un sauna, emprendi mi regreso. Esta vez el viaje se hizo largo ya que realizo varias paradas en el camino, en la cual subieron y bajaron vendedores de frutas, jugos, golosinas, sumado a un guitarrista y un evangelista con su tipico sermon. Un divertido show de gente desfilando hacia arriba y hacia abajo.
Ya en Granada, debia acomodar mi mochila ya que al otro dia me esperaba el viaje hacia San Jose de Costa Rica con mi amigo Aingeru. Mas tarde, nos dirigimos hacia la La Calzada con Ricardo, el mexicano voluntario del centro social, a tomar unos mojitos. Esta calle donde se ubican los bares y restaurantes estaba plagada de turistas y nicaraguenses disfrutando de una calurosa noche.
Asi fue la despedida de los amigos conocidos en Nicaragua y de este hermoso país que tanto me había hecho disfrutar durante 10 dias. Ahora me esperaban Costa Rica y Panama antes del regreso a la Argentina.
Cinco de la mañana. Ahi nos encontrabamos esperando el Trans Nica con destino a Costa Rica, con nueve horas por viajar hasta nuestro destino. A partir de ese momento una nueva historia en el viaje comenzaría, con mas sorpresas y anecdotas.
Aquella fue la mejor decision que podria haber tomado para disfrutar de la isla, sabiendo que era domingo y casi no habria transporte. Era libre de tomarme los tiempos, de elegir los caminos, de descansar donde quisiera. Asi fue que, recordando ciertos lugares que queria visitar, comence con el Ojo de Agua.
Pedaleando por las quebradas de Ometepe me sentia feliz, despreocupado y totalmente compenetrado en las bellezas del lugar. En el fondo el volcan Maderas y a mi lado el Lago Cocibolca. No habia nada más que el ruido de mi bici. La musica la ponia en mi cabeza.
Luego de una hora y media, exhausto arribe al Ojo de Agua. Este pequeño baño de aguas termales frias, me recibio en soledad. Sin esperar un instante, aproveche la tranquilidad para relajarme dentro de sus aguas cristalinas. Luego de un rato, las familias comenzaron a ocupar mas espacios y el lugar se volvio mas bullicioso.
Era momento para subir a la bicicleta nuevamente y buscar un nuevo destino. El sol caia firme, haciendo sentir un intenso calor, sin embargo no seria impedimento para continuar.
Sin agua y muy cansado, sentia que una parada seria ideal para recuperar fuerzas. Mientras mi mente se abstraia, cruce la mirada a un costado y encontre un pequeño camino hacia la playa Santo Domingo. Alli descansaría, frente al inmenso lago.
Tirado sobre la arena apreciando la naturaleza, en una playa, totalmente solo, sin nadie a kilómetros de distancia, solo con el sonido del agua, fue otro instante de felicidad y libertad.
Hora de volver pense. Un tanto agotado, otra vez al camino. Estaba a cuarenta minutos de la finca por lo que aun quedaba un largo trecho. Con pocas fuerzas y mucha hambre llegue a mi destino. Había recorrido cuarenta kilómetros, con 35 grados durante todo un dia. Necesitaba un baño, agua y comida.
Restituido después de un largo descanso, me sente a observar el atardecer. Mientras pensaba en mi partida del dia siguiente, se desato una furiosa tormenta. Solo se escuchaba la caida del agua y los relampagos rugiendo. Pasaban las horas y no solo no paraba si no que parecia volverse mas fuerte. Eso complicaria mi salida de la isla ya que el camino para salir de la finca era de tierra.
Por la madrugada habia vuelto el sol y mis esperanzas de volver. Un poco dormido y agotado por el periplo del dia anterior tome el bus que me dejaria en el cruce de la ruta Moyogalpa-Altagracia, la unica pavimentada de Ometepe. Alli deberia esperar otro transporte que me dejaria en el embarcadero de Moyogalpa. Un par de horas mas tarde ya aguardaba la lancha con destino a Rivas. Durante la espera pude conocer dos interesantes personajes. Un argentino de Cordoba, llamado Agustin y un Italiano, Alessio, que venian viajando desde Colombia, recorriendo centroamerica. Conversamos sobre algunos destinos de interes, compartimos opiniones y consejos de viajeros.
Mientras la lancha avanzaba por el Cocibolca, pude observar en el periodico de un hombre que se habia desencadenado un golpe de estado en Honduras. Previsible, pense.
Ahí quedo descartada totalmente la travesia hacia este pais.
Ya en la terminal de buses de Rivas, un lugar desagradable, sucio y un tanto hostil, debi esperar casi tres horas hasta conseguir bus a Granada. En la espera se acercaron todo tipo de personajes. El primero un hombre que ofrecia un taxi por siete dolares para llevarme hacia Granada. Agradeci explicandole que el omnibus solo costaba un dolar, por lo que no tenia sentido. Continuo insistiendo hasta que saque de la galera mi caballito de batalla: "El dólar esta 1 a 3 con respecto al peso argentino, no soy norteamericano, ofrezcale a ellos que quizas les convenga". Ahi culmino su intento, sin antes preguntarme si viajaba con algun europeo o norteamericano al cual le pudiera ofrecer su servicio. Casi instantaneamente se aproximo otro hombre a pedirme dinero. No tenia aspecto de linyera, estaba bien alimentado y vestido. Ante mi negativa, me pidio un cigarrillo, con una ridicula excusa, “me ayuda por el frio”. Automaticamente solte una carcajada preguntandole si realmente hablaba en serio. Luego comenzo a sermonear acerca de Dios y los santos, por lo que entendí que el hombre no era un vago si no un loco. Encendio su cigarro y desaparecio. Estas cuestiones ocurren asiduamente durante un viaje con la mochila, en los cuales se acercan personajes extraños, misticos, vagabundos, hippies, vendedores, entre otros.
Otra vez dentro del “school bus”, que para ese momento parecía un sauna, emprendi mi regreso. Esta vez el viaje se hizo largo ya que realizo varias paradas en el camino, en la cual subieron y bajaron vendedores de frutas, jugos, golosinas, sumado a un guitarrista y un evangelista con su tipico sermon. Un divertido show de gente desfilando hacia arriba y hacia abajo.
Ya en Granada, debia acomodar mi mochila ya que al otro dia me esperaba el viaje hacia San Jose de Costa Rica con mi amigo Aingeru. Mas tarde, nos dirigimos hacia la La Calzada con Ricardo, el mexicano voluntario del centro social, a tomar unos mojitos. Esta calle donde se ubican los bares y restaurantes estaba plagada de turistas y nicaraguenses disfrutando de una calurosa noche.
Asi fue la despedida de los amigos conocidos en Nicaragua y de este hermoso país que tanto me había hecho disfrutar durante 10 dias. Ahora me esperaban Costa Rica y Panama antes del regreso a la Argentina.
Cinco de la mañana. Ahi nos encontrabamos esperando el Trans Nica con destino a Costa Rica, con nueve horas por viajar hasta nuestro destino. A partir de ese momento una nueva historia en el viaje comenzaría, con mas sorpresas y anecdotas.
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